jueves, abril 18, 2024
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La importancia de la prevención ante fenómenos meteorológicos

México, DF. En los últimos meses en México se han presentado diferentes fenómenos meteorológicos que han afectado distintas partes del territorio nacional. Tornados, huracanes, tormentas, lluvias fuertes han sido parte de la agenda cotidiana del país, y en la mayoría de las ocasiones la población no sabe cómo actuar frente a estos eventos.

Lo anterior de acuerdo con el doctor Gabriel Angelotti Pasteur, profesor-investigador asociado de la Facultad de Ciencias Antropológicas de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), quien explicó en entrevista con Agencia Conacyt, la importancia de que la sociedad esté informada sobre los fenómenos naturales y que conozca qué puede hacer para prevenir daños considerables.

Agencia Informativa Conacyt (AIC): ¿Cómo define una cultura de prevención ante este tipo de eventos meteorológicos?

Gabriel Angelotti Pasteur (GAP): Es el conjunto de hábitos, ideas y prácticas concretas que posee una sociedad. Esto permite reducir el riesgo de desastre ante una amenaza específica. Esta cultura implica acciones materiales como el uso de cierta tecnología, o inmateriales como pueden ser dichos y saberes locales. La cultura de la prevención se transmite por medios formales e informales. Los espacios más idóneos son la familia, los amigos y la escuela. También juegan un gran papel los medios de comunicación pública, las instituciones de gobierno como el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred), Protección Civil y la academia.

AIC: ¿Cómo se crea dicha cultura de prevención?

GAP: Los elementos que contribuyen a crear una cultura de prevención son la educación, la información científica y la memoria histórica. Este último aspecto es central, la memoria nos induce a reconocer que estamos expuestos al peligro y saber que dichas amenazas no son espontáneas ni casuales. Recién allí comprenderemos la importancia y necesidad de estar siempre preparados. En México, es necesario fortalecer esta cultura, para ello debería crearse un escenario para el trabajo conjunto entre los organismos del estado, la sociedad civil y el ámbito académico.

AIC: ¿Cómo se debe prevenir a la población ante los distintos fenómenos meteorológicos?

GAP: La prevención debe ser permanente y no sujeta a la ocurrencia de un suceso, sea o no cíclico. Las razones que deberían motivar un programa de prevención deben ser las de reducir la vulnerabilidad social y el riesgo de la población ante las distintas amenazas naturales o antrópicas.

Para ello, los organismos internacionales recomiendan algunas medidas como empoderar a la sociedad civil, utilizar los recursos endógenos del territorio, brindar información oportuna y científicamente comprobada, realizar acciones participativas entre todos los sectores sociales, educar y, entre otras, ejecutar simulacros según el tipo de amenaza.

AIC: ¿Qué problemas son los más recurrentes ante la falta de prevención de la gente?

GAP: Una sociedad carente de un sistema adecuado de prevención es una sociedad vulnerable. En estas circunstancias, hasta la más leve lluvia es un peligro. Es importante atender los desastres porque incrementan la pobreza y la desigualdad. De allí la insistencia de que la prevención sea permanente y no solamente cuando hay una amenaza. Para ver qué ocurre en nuestro territorio, observemos lo que sucede en Yucatán y en el sureste. Las acciones de prevención inician con la denominada temporada de ciclones; es decir, cuando la amenaza es inminente. Este error conceptual es grave. En términos técnicos eso no sería prevención, sino preparación o de alerta temprana.

AIC: ¿Por qué considera que a pesar de que existe información sobre los fenómenos meteorológicos suceden eventos trágicos o que se pudieron haber prevenido?

GAP: La información que hay sobre la materia tiene un carácter cosmético, dado que no ataca los factores que incrementan la vulnerabilidad social, en especial, la pobreza y la desigualdad. En el trabajo de campo hemos comprobado que las personas no están bien informadas. Hay mitos sobre el tema.

Además, encontramos que el peso de la información de la temporada de ciclones se deposita en los spots radiales y televisivos. Es en estos instrumentos donde se sintetiza la información que se considera relevante para instruir a la población. Estos se caracterizan por emplear un lenguaje con expresiones imperativas, mandatos y órdenes, que dejan poco espacio para la reflexión. La información por sí sola no es suficiente, es necesario estar preparados y tener prácticas reales de cómo actuar ante una tragedia.

AIC: ¿Cuál es la percepción de la sociedad ante los desastres hidrometeorológicos?

GAP: No existe una visión única respecto de los desastres provocados por fenómenos hidrometeorológicos. En una consulta que realizamos en 2012 en Yucatán, y ante la pregunta sobre las causas que motivaron el desastre tras el paso del huracán Isidoro en 2002, encontramos que para el 53 por ciento de los consultados este desastre se produjo por causas naturales; el 27 por ciento indicó que por causas humanas como contaminación e industrialización y el 17 por ciento mencionó que fue obra divina.

Este último valor se incrementó cuando aplicamos la misma consulta entre fieles de distintas iglesias. Son muchos los mexicanos que opinan que detrás de los desastres está Dios. En este sentido, las distintas iglesias contribuyen a cimentar ideas fatalistas entre sus fieles. Este es un tema importante y un reto para quienes trabajamos desde el campo de la ciencia.

AIC: ¿Cuál es la respuesta de la sociedad ante los distintos fenómenos meteorológicos?

GAP: La respuesta de la población varía: va desde las conductas negativas, como aquellas que motivaron los saqueos y la rapiña en Cancún tras el paso del huracán Wilma en 2005, y en Los Cabos tras el huracán Odile en 2014; hasta la solidaridad absoluta, como las registradas durante el terremoto de 1985 y durante el paso del huracán Isidoro en 2002 en Yucatán. Los organismos internacionales y las agencias de reducción del riesgo aconsejan que se adopten ciertas medidas con el fin de facilitar el manejo de los desastres. Lamentablemente, en México esto último es menos factible que suceda. Dado que durante los desastres, la sociedad civil es tratada como damnificada y carente de iniciativa; se cumple un rol pasivo y de obediencia a las autoridades. En este sentido, acontece lo que había señalado Octavio Paz, tras los desastres aparece el “ogro filantrópico”.

 

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