viernes, abril 19, 2024
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Mezcal (I)

Aunque Guerrero produce alrededor de un millón 700 mil litros de mezcal cada año, menos de 500 mil cumplen con la Norma Oficial Mexicana 070 para incursionar en los mercados nacional e internacional. Junto a Durango, Guanajuato, Oaxaca, San Luis Potosí, Tamaulipas y Zacatecas, ostentamos la denominación de origen, que abre la puerta a las exportaciones.

Fuente:MILENIO

Para obtener la certificación hay una serie de requisitos que no todos los productores pueden cumplir, ya que implica costos financieros, de equipamiento.

Así, se conforman con abastecer el mercado local. La exportación de tequila y mezcal, de acuerdo con un reporte elaborado por el Centro de Información de Mercados Agroalimentarios de la Sader, generó en 2019 ventas por mil 800 millones dólares. Tengo conocimiento que el gobierno de Guerrero y los productores locales impulsan la creación de una empresa que aglutine a las compañías mezcaleras.

Ojalá que el Gobierno de la República haga causa común. Esta bebida (regalo de los dioses a los hombres), en la época prehispánica, estaba destinada al consumo ritual de jerarcas y sacerdotes. Al mezcal se le atribuyen propiedades benéficas, una de ellas disminuir el estrés.

Basta un consumo de una o dos copas por las noches para conciliar un sueño reparador. Hay variantes como el mezcal natural con damiana; el mezcal con gusano, al cual se le atribuyen propiedades afrodisíacas; el de avispa solitaria, según para desapendejar del mal de amores; así como mezcales de sabores: el amargo, tamarindo, maracuyá, coco, café, nanche, guayaba… La frase que mejor describe sus efectos es: “Para todo mal, mezcal; para todo bien, también”. ¿Usted ya lo probó? Del anecdotario: Coapinola es un pueblito localizado en las montañas altas de Ayutla, lo conocí cuando contendí para diputado federal por primera vez por la región de la Costa Chica, una experiencia inolvidable.

El maestro Benjamín Mora Chino, con quien construí una gran amistad a pesar de la diferencia abismal en nuestras edades, era un hombre culto y con gran sentido del humor. Cuando nos reuníamos a comer siempre le preguntaba: “Maestro, ¿qué quiere tomar?”, y su respuesta era la misma: “Mezcal o coñac”. Cuando le servían su mezcal en copa coñaquera, siempre me decía: “Me chingo ésta y la otra, paisanito, como dijo el cura de Coapinola”. Un día me atreví a preguntarle sobre su dicho del cura de Coapinola y me platicó: “Es que fíjate, paisanito, que el cura de ese lugar era muy famoso porque la gente decía que hablaba ‘chulo’ (elocuente, bonito) y creció tanto su fama que llegó a oídos del señor obispo de Acapulco.

Un día su excelencia decidió conocer al cura de Coapinola y sin llevar en ese momento los hábitos propios para oficiar las misas, se introdujo a la iglesia como cualquier hijo de vecina. El sacristán, que era muy perspicaz, avisó al cura de Coapinola que entre los asistentes se encontraba el señor obispo. Y como ya era su costumbre pidió al sacristán le sirviera su mezcal antes de iniciar la ceremonia litúrgica. Ese día el cura pidió que le sirviera doble mezcal y ahí fue cuando acuñó la frase “me chingo ésta y la otra”. Terminada la homilía, el obispo vistió sus hábitos para adentrarse a la parroquia y hablar con el sacerdote. —¿Así que tú eres el famoso cura de Coapinola? —Su excelencia, ¿por qué no me comunicó de su visita? —dijo el sacerdote. —No te preocupes, hijo, solo venía a constatar lo que mucha gente dice. —¿Pues qué dicen? —Que hablas muy “chulo”, y es cierto. —Solo que hay algunas cosas que debes de moderar en tu lenguaje. Y por cierto: Yo no soy un pinche espía, sino el señor obispo de la diócesis de la que depende tu iglesia. Ese era el genial cura de Coapinola… único.  La vida es así. 

ÁNGEL AGUIRRE RIVERO
Fuente:

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Cortesía de Investing.com

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