Tras 8 años de negociaciones, el pasado 15 de noviembre se firmó uno de los Acuerdos de Libre Comercio más grandes del mundo. Se trata de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés) compuesta por las naciones integrantes de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés) Brunéi, Camboya, Indonesia, Laos, Malasia, Myanmar, Filipinas, Singapur, Tailandia y Vietnam, y China, Corea del Sur, Japón, Australia, Nueva Zelanda. La India optó por retirarse al final de las negociaciones.
El bloque representa un tercio de la población global y el 30% del Producto Interno Bruto Mundial (PIB), lo que ha prendido las alarmas en términos de competitividad de otros esquemas comerciales en el mundo, tal es el caso de la Unión Europea, el T-MEC, el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífico (CPTPP) y la propia Alianza del Pacífico (AP) con los cuales nuestro país mantiene Tratados de Libre Comercio (TLC´s).
Si bien es cierto, a través del CPTPP, México cuenta con Acuerdos Comerciales con algunos miembros del nuevo RCEP, tal es el caso de Australia, Brunéi (pendiente de ratificar), Japón, Malasia (pendiente de ratificar), Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam, por el momento esto no representa una amenaza dado que los beneficios de desgravación arancelaria no son extensivos a todos sus miembros, especialmente a China y Corea del Sur, debido al artículo XXIV de la Organización Mundial del Comercio (OMC, 2020) concerniente a las Uniones Aduaneras y Zonas de Libre Comercio, dejando a un lado el artículo 1 de dicho Organismo referente a la nación más favorecida que establece lo siguiente: “En virtud de los Acuerdos de la OMC, los países no pueden normalmente establecer discriminaciones entre sus diversos interlocutores comerciales.
Si se concede a un país una ventaja especial (por ejemplo, la reducción del tipo arancelario aplicable a uno de sus productos), se tiene que hacer lo mismo con todos los demás Miembros de la OMC”.
A pesar de esta previsión (Artículo XXIV de la OMC) que evitaría darles acceso al mercado mexicano a dos de nuestros tres socios comerciales más importantes de Asia (China y Corea del Sur), con lo que aumentaría de manera natural nuestro déficit comercial con ellos, eso no quiere decir que México no tenga que contemplar una estrategia comercial específica ante el RCEP, dado que es altamente probable que los países que gravitan simultáneamente tanto en el CPTPP y el RCEP buscarán posicionarse en términos de geolocalización en territorio nacional con miras de aprovechar las ventajas de desgravación arancelaria del T-MEC.
He aquí la urgencia de generar una estrategia de sustitución o complementación de importaciones provenientes de Asia con la producción nacional con el objetivo de que nuestras empresas, comenzando con las PYMES, se integren a las grandes cadenas de valor globales.
Al respecto, hay que subrayar que la mayoría de las empresas que se han beneficiado de la red de TLC´s que nuestro país ha firmado son firmas globales y pocas de origen mexicano, por lo tanto, nos enfrentamos a un fenómeno de repatriación de capitales producto del comercio intra-firmas que operan en los mercados globales.
Esperemos que en vísperas de la era Post Covid-19, la transición de poder en el mundo y las nuevas acciones comerciales ante el CPTPP y el CREP que emprenderá seguramente la nueva administración de los Estados Unidos a partir del 2021, nuestro país esté listo para enfrentar los retos, pero sobre todo, aprovechar las ventajas de un mundo que regresará a un orden liberal-multipolar y en donde el comercio internacional jugará un rol fundamental en la recuperación de la economía internacional y por ende, la de nuestro país.
Fuente:
Forbes-https://www.forbes.com.mx/red-forbes-la-estrategia-comercial-de-mexico-ante-el-rcep/