España es el primer inversor en Bolivia y, en los dos últimos años, las inversiones han crecido un 45% (de 17,8 a 32,7 millones de euros), posición que se prevé consolidar con el Plan de Inversiones Públicas 2016-2020 cuyo objetivo es “impulsar la industrialización de sectores de mayor valor añadido”, concreta Luis Barranco, agregado de la Oficina Económica y Comercial de la Embajada de España en Bolivia.
Con un presupuesto de 44.123 millones de euros, el plan priorizará los sectores de hidrocarburos, minerales, energía, complejos agrarios productivos, turismo, salud e infraestructuras de transporte.
Sobre los riesgos derivados de la crisis de las materias primas, Barranco pone en valor la gestión macroeconómica del Gobierno, que “está permitiendo hacer frente sin grandes turbulencias al nuevo escenario. La disminución de ingresos se compensa con el endeudamiento exterior. Si bien a medio plazo pueden surgir dudas respecto a la capacidad de cumplir con el Plan de Inversiones”. Técnicas Reunidas o Rubau son dos de las españolas más activas en el país.
Decía Simón Bolívar que “el arte de vencer se encuentra en las derrotas”. Muchas llevan a sus espaldas tres de los seis bastiones bolivarianos. Las inversiones españolas en Venezuela, Ecuador y Bolivia se han reducido cerca del 50% en los dos últimos años, desde los 473,6 millones de euros de 2014 a los 238 de 2015.
Ecuador es el que más ha padecido la fuga. El capital español allí alcanzaba su máximo hace dos años (376,7 millones de euros), mientras que en 2015 se desplomaba más del 70% hasta los 110 millones, según la Secretaría de Estado de Comercio. Pese a la pérdida de competitividad de su economía, el Gobierno ecuatoriano “continuará con su apuesta por captar inversión extranjera”, insisten en Proecuador, instituto de promoción de exportaciones.
De hecho, hace pocos días, el Comité de Comercio Exterior anunciaba la reducción “progresiva” de las sobretasas arancelarias. La medida es efectiva desde esta semana coincidiendo con la Cumbre de Inversiones Ecuador 2016 que girará en torno a las oportunidades en agroindustria, energías renovables, turismo e infraestructuras.
Este último sector es en el que empresas españolas, como Acciona, llevan ventaja. La compañía participa en la construcción de las 13 nuevas estaciones del metro de Quito y ha desarrollado la Planta de Aguas Residuales de la Ciudad de Ibarra o el sistema de agua potable de Esmeraldas.
La paradoja venezolana
“Aguantan las que pueden, pero no se invertirá ni un solo céntimo”, afirma Balbino Prieto, presidente del Club de Exportadores. La raíz está en las limitaciones a la repatriación de los dividendos que tienen las multinacionales españolas con presencia en Venezuela. “El control de divisas las está ahogando. Para comprarlas han de recurrir al mercado negro, a un coste mucho mayor”, apostilla Kamal Romero, profesor de la Universidad Cardenal Cisneros.
Pero los datos de Comercio destapan una paradoja. Entre 2014 y 2015, la inversión creció de 79 a 92,7 millones de euros. Y, lo más llamativo, en el primer semestre de 2016 se ha elevado hasta 448,2 millones. Esto se debe a que “empresarios venezolanos que se han constituido en España están repatriando dinero”, explica Miguel Ángel Martín, presidente fundador de Acocex (Asociación Española de Profesionales de Comercio Exterior). Entre las multinacionales marca España, Repsol es la que cuenta con más intereses