El aire húmedo, las aguas cálidas del Golfo de México y los patrones de viento idóneos sobrealimentaron al huracán Michael en las horas previas a que tocara tierra el miércoles en la franja noroeste de Florida.
Michael apenas tenía fuerza de huracán el martes por la mañana, con vientos máximos sostenidos de 144 kilómetros por hora (90 millas por hora). Al poco tiempo, se convirtió en un monstruo. Cuando tocó tierra el miércoles por la tarde, tenía vientos de 250 km/h (155 mph). Fue un aumento del 72% en la velocidad de los vientos en menos de 33 horas.
“Michael hizo realidad nuestros peores miedos en cuanto a una intensificación veloz justo antes de tocar tierra en una zona de la costa que nunca había sido azotada por un huracán de categoría 4”, dijo el miércoles Brian McNoldy, investigador de la Universidad de Miami.
Los huracanes tienen algo llamado intensidad potencial, que indica qué tan fuerte puede volverse si todos los factores se presentan, explicó Jim Kossin, climatólogo y experto de huracanes para la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA por sus siglas en inglés).
Y Michael no tuvo nada que lo estuviera reteniendo. “Tuvo todos los elementos para alcanzar su potencial y lo hizo”, señaló Kossin.
A medida que el ojo de Michael se acercaba a la costa, tenía la tercera presión barométrica más baja que cualquier otra tormenta que ha azotado Estados Unidos, solo detrás del huracán del Día del Trabajo de 1935 y de Camille de 1969.
Los meteorólogos tuvieron el presentimiento de que algo grande podría estar sucediendo al observar que el ojo de Michael cambiaba de forma. El martes por la mañana, tenía una forma irregular y elongada. Horas más tarde comenzó a cambiar a algo más normal y para la noche del martes las imágenes satelitales mostraban el ojo más fuerte y atemorizante con cada minuto que pasaba.
Otro factor que intervino para que Michael se convirtiera en una tormenta monstruosa fue la presión barométrica, la cual los meteorólogos utilizan para medir la fuerza de un huracán. A menor presión, más fuerte será la tormenta.
Antes de su llegada a tierra firme, la presión de Michael cayó a niveles tan bajos que parecía seguro que los vientos iban a aumentar su velocidad con rapidez, dijo Ryan Maue, meteorólogo del sitio weathermodels.com.
Ninguno de los factores que podrían contener una tormenta estuvo presente. En específico el diferencial en la velocidad o la dirección entre los vientos cerca de la superficie y los que están a 8 o 10 kilómetros (5 o 6 millas) de altura.
Esa diferencia “debilita a las tormentas” o las aniquila, dijo Kossin. Cuando la diferencia en las velocidades del viento cerca de Michael disminuyó, la tormenta se intensificó, agregó.
Otro factor importante fueron las aguas cálidas, que son la energía que alimenta a los huracanes.
Las temperaturas del agua en el Golfo de México varían durante el año. Sin embargo, algunos científicos dicen que las aguas cálidas son señales de cambio climático causado por el ser humano.