UNO DE LOS objetivos más importantes en la agenda del próximo gobierno estará en impulsar una mayor equidad social, para lo cual la economía debe crecer al menos al doble del raquítico promedio del 2% alcanzado en los últimos años.
Amén de mejorar gradualmente los salarios, empujar proyectos de infraestructura y de corte social y atraer inversión privada -interna y externa– otro elemento esencial será el financiamiento.
Le platicaba acerca del encuentro que recién se realizó entre la ABM que preside Marcos Martínez y Alfonso Romo, próximo titular de la Oficina de la Presidencia.
A los ojos del próximo gobierno, la banca privada deberá jugar un rol más relevante en lo que es el impulso que se busca dar a la economía con una mayor inclusión de todos los mexicanos.
El equipo de transición encabezado para esos fines por Carlos Urzúa próximo titular de la SHCP y por Arturo Herrera quien será el subsecretario del ramo, ya ha elaborado varios análisis de la situación que hoy tiene la banca.
Se espera que la ABM entregue pronto un documento de diagnóstico de su estatus, así como algunos compromisos para apoyar las metas de Andrés Manuel López Obrador.
Sin embargo la banca privada sólo es una parte de la ecuación, ya que los equipos de Urzúa, Herrera y Romo también ponderan ciertos cambios a la mecánica con la que hoy se mueve la banca de desarrollo.
Con la visión de ser austeros, que es “el mantra” de AMLO, y lograr una mayor eficiencia operativa, en su momento le platiqué aquí de la posible fusión de NAFIN que lleva Jacques Rogozinski con BANCOMEXT a cargo de Francisco González. Esta “consolidación” que es el término adecuado, suena lógica y prácticamente ya estaba en proceso en la gestión de Felipe Calderón. Con Enrique Peña Nieto se revirtió.
Hay cantidad de redundancias que podrían eliminarse, puesto que en muchas operaciones no es del todo claro que los créditos sean para fomento interno o externo.
Sin embargo en los estudios que se hacen también se han encontrado cantidad de duplicidades en la labor que realiza la Financiera Nacional de Desarrollo Agropecuario (FND) que dirige Enrique Martínez, con el FOCIR de Luis Alberto Ibarra, FIRA de Rafael Gamboa, ASERCA a cargo de Alejandro Vázquez Salido, o AGROASEMEX de Rodrigo Sánchez Mújica.
Todos son fruto de necesidades que gradualmente se han cubierto en el tiempo. Lo que se pondera es la conveniencia de que fueran una sola institución para el campo con ahorros operativos enormes.
Y que tal el poder crear una gran entidad de desarrollo como existe en algunos países europeos con NAFIN, BANCOMEXT, inclusive BANOBRAS de Alfredo Vara y hasta la Sociedad Hipotecaria Federal (SHF) de Jesús Alberto Cano.
Arriba habría una gran controladora con áreas de apoyo administrativo y descolgarían como divisiones cada uno de los bancos con plena comunicación para apoyarse cuando se requiera.
Todavía no hay aún nada decidido, ya que esta “consolidación” está en fase de estudio. Lo que sí es un hecho es que se aproximan ajustes en el accionar que hoy conocemos de la banca de desarrollo. Veremos lo que se decide.