viernes, noviembre 22, 2024
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El exterior sí importa

Desde hace décadas, México no es un país cerrado o amurallado, sino que guarda una estrecha relación de intercambio con el resto del mundo, siendo de singular relevancia la interdependencia geoestratégica con la principal economía global, con la cual compartimos una frontera de tres mil 169 kilómetros.

En alusión a ello, hasta hace poco se decía que un resfrío en Estados Unidos significaba una pulmonía para nuestro país. Lo cierto es que lo que suceda o afecte a la relación bilateral tiene mayor repercusión en México, no sólo por la intensidad del comercio de 375 mil millones de dólares, sino también porque buena parte de los ingresos públicos son aún petroleros, siendo éstos los principales ejes de la vulnerabilidad mexicana.

2.

 Con la administración Trump empeñada en desmontar las reglas del libre comercio y el debilitamiento de la OPEP, las tensiones geopolíticas limitan cualquier perspectiva de éxito. Es decir, cada vez es más complejo estimar el impacto de las variables externas en la economía y la política nacionales, ante lo cual se ha optado por políticas defensivas como las altas tasas de interés del Banco de México para contener los embates de la volatilidad monetaria, al igual que la disciplina extrema en el gasto público en compensación de los menores ingresos petroleros y tributarios que resultan del impasse en que se encuentra la economía mexicana. 

3.

 La intensificación de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, los dos grandes colosos de la economía contemporánea, se ha traducido en un comportamiento salvaje del mercado. El crecimiento mundial se ha desacelerado ante la incertidumbre y la desconfianza prevaleciente en los fondos de inversión, yendo los principales hacia las zonas seguras de menor riesgo y mejores tasas. La tasa que paga el Banco de México es de 8.5%, de las más altas del mundo, lo que mantiene el atractivo de refugio para los capitales volátiles en tanto pasa el temporal, pero no son recursos de permanencia en el país. La paradoja es que las tasas se reducen en el mundo, mientras México se ve aún obligado a sostenerla como mecanismo de defensa de la moneda.

4.

 Todo pareciera indicar que las negociaciones comerciales chino-americanas van para largo, habiéndose preparado el país asiático para un largo asedio hasta conocer el desenlace de la reelección del presidente Trump en noviembre de 2020. Por lo pronto, el nerviosismo mundial se incrementa al concretarse la imposición de aranceles a la totalidad de las exportaciones chinas de 500 mil millones de dólares, en represalia al rechazo de exigencias imposibles para un Estado comunista con planificación central que debió responder con la devaluación del yuan y la decisión de detener las compras masivas de agroproductos estadounidenses, en abierta dedicatoria a la base electoral de Trump en el medio oeste. 

5.

 En lo que al petróleo se refiere, la reinvención de la empresa pública de Petróleos Mexicanos requiere por lo pronto ingentes inversiones que le acercan a perder la valuación de las calificadoras. A la par, el mercado del petróleo en el mundo, del que obtenemos importantes ingresos no tributarios —la plataforma de exportación sigue en un millón 150 mil barriles diarios— sigue con un precio promedio de 60 dólares el barril, principalmente por la irrupción de la producción estadounidense, incrementada en más de tres millones de barriles diarios por los campos de fracking del medio oeste y por las sanciones impuestas a Irán que reducen la oferta mundial de petróleo convencional. Ante ello no hay muchas opciones; México requiere la continuidad de su participación en el mercado de América del Norte, por lo que debe apostar a la aprobación congresional del Acuerdo Comercial México-Estados Unidos-Canadá. 

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Cortesía de Investing.com

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