Lucha de gigantes… En medio del juego de fuercitas entre EU y la megapotencia asiática China, el escenario para el comercio internacional no es el más halagüeño.
Si bien oficiales de ambos países muestran mayor apertura a la negociación, en donde China incluso aceptó la posibilidad de llevar a cabo cambios en su política monetaria, la realidad es que la rivalidad por el liderazgo mundial es una historia a la que aún le quedan muchas páginas por escribir.
En ese contexto, ambas naciones despliegan sus mayores armas a fin de amedrentar a su oponente…
Muestran su musculatura… Puntualmente en el caso de EU, su mayor fortaleza radica en el quita-pon de aranceles, para China y para el resto del mundo.
Este fin de semana, el Departamento de Comercio de ese país entregó a su presidente, Donald Trump, el resultado de la investigación de seguridad nacional de la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial, que data de 1962, para la importación de automóviles y autopartes.
Dicho análisis, a todas luces proteccionista, sorprende, pues la industria automotriz de EU florece.
Hoy su producción supera los 12 millones de unidades y exporta 2 millones de autos, que representan unos 57 mil mdd, por lo que será difícil defender su caso sobre la seguridad nacional.
Si bien aún no se conocen los detalles del “estudio”, queda claro que la imposición de barreras al amparo de este argumento es relativamente sencilla.
Como recordará, el año pasado, esa misma excusa fue utilizada para los gravámenes de 25% en acero y 10% en aluminio. Por lo que no se descarta una nueva carga de 25% para vehículos ligeros. Un golpe en seco al comercio internacional, cercano a los 500 mil millones de dólares…
Amigos y rivales… Si bien en teoría México quedaría exento de dichas modificaciones, gracias a la carta paralela que se negoció como parte de la modernización del T-MEC, nada está escrito sobre piedra. Máxime que aún está por verse la aprobación del nuevo acuerdo.
Al detalle se pactó la entrada anual de 2.6 millones de autos ligeros y hasta 108 mil millones de dólares en autopartes, lo que garantizaría que las exportaciones nacionales hacia EU no se verían afectadas.
Sin embargo, más allá de la “amistad” con nuestro principal socio comercial, el riesgo está latente, pues aun tras la firma de T-MEC, no se removieron las barreras al acero y aluminio.
En ese sentido, especialistas apuntan que de establecerse ese gravamen para la importación de autos mexicanos, el impacto sería sustancial, pues hoy ese sector representa 50% del valor agregado que generan las cadenas productivas en el país y es entre 20 y hasta el 25% de la Inversión Extranjera Directa (IED).
