El futuro del Banco Nacional de Comercio Exterior, está en esas cosas que hay que decidir. Antes de pensar en los millones que nos ahorraríamos con una sola banca de desarrollo conviene evaluar los muchos más que ingresarían con una mejor política de comercio exterior.
Bancomext es un pilar del desarrollo de la inversión extranjera desde hace más de ocho décadas; se trata de una institución autosuficiente en lo económico, de una corporación acreditada que dispone de la confianza de muchos inversionistas y empresas que se sirven de él tanto para obtener créditos como para asesorarse, para abrirse brecha en mercados extranjeros y captar recursos mediante proyectos productivos en nuestro país.
Genera sus recursos, los administra con inteligencia y los coloca en mercados productivos. Visto así, el ahorro más grande no está en fusionarlo con Nafin, cuya función es distinta, su lógica, diferente y sus objetivos, diversos. Es verdad que habría algún ahorro en personal y tal vez en la administración, pero en ese sentido, lo que hay que considerar es lo que perdemos.
Hace algunos años, a Bancomext le fue amputada el área de promoción, al efecto se creó ProMéxico, que aunque lucía bien en el discurso, no pudo superar la presencia y penetración que el área de promoción de Bancomext había desarrollado por décadas. Hoy, Bancomext es una institución financiera muy pequeña, ha sido disminuida en los últimos años, un banco que nunca ha necesitado un rescate.
No es la primera vez que se toca el tema de la fusión de la banca de desarrollo, en todo caso, para ser francos, de la absorción de Bancomext por Nafin, pero es que si se trata de dos instituciones que por separado cumplen funciones distintas, si al menos una de ellas cumple su cometido y no le cuesta al erario sino que lo enriquece, no vale la pena arriesgar todo ese capital para apostarlo en el ahorro mínimo de salarios y costos de gasto corriente. El proyecto que el 1º de diciembre se hará cargo de las decisiones de la República lleva 30 años intentando lograr ese momento y uno puede o no estar de acuerdo con sus principios y sus prácticas, con su discurso y sus actitudes, pero no se puede dudar de su empeño en construir un futuro de país, incluyente, distinto; de construir una apuesta en la que la cultura nacional y sus valores se reposicionen en el contexto de la vida política y en la presencia en el extranjero; en ese sentido, Banco Nacional de Comercio Exterior es valioso.
El Banco Nacional de Comercio Exterior representa no sólo una fuente de financiamiento o una institución informadora y asesora de buenas decisiones financieras. Bancomext es parte de nuestro rostro en el mundo, el de los emprendedores mexicanos que apuestan sus capitales y su esfuerzo por colocar productos en mercados lejanos con los que nuestros padres y abuelos apenas soñaron.
Es parte de una identidad valiente de ciudadanos que trabajan por sí mismos en favor de sus trabajadores y de la sociedad es, una de las instituciones mexicanas reconocibles fuera de nuestras fronteras y que habla de nuestro lugar en el mundo con certeza, seguridad y esfuerzo y eso es algo que el ahorro en salarios burocráticos, en agua, luz o telefonía, no puede darnos; es algo que perderemos si se permite que sea Nafin quien determine esos rasgos desde la óptica de una institución financiera creada y entrenada con fines muy diversos.
Hay algo más que permitió el triunfo de Morena en las últimas elecciones, su manejo de los símbolos, el uso inteligente de las señales y las palabras; no puede permitirse que una decisión desde la inmediatez del presupuesto le quite una de sus estructuras de presencia internacional que mejor pueden servirle, un mensajero de progreso, estabilidad y desarrollo que más bien debiera conservarse.
Seamos francos, los electores confiaron su voto en un proyecto que daba vistas de rescatar muchos de nuestros valores olvidados y relegados, cuando Lázaro Cárdenas fundó Bancomext en 1937, lo hizo con un objetivo que iba más allá del mercado y el financiamiento, el de decir al exterior que México era capaz de crear satisfactores para el mundo, que estaba formado por empresarios valientes e inteligentes, que nuestros productos son tan buenos y mejores que cualesquiera otros de la amplia geografía mundial. ¿No es eso un valor que también debemos rescatar?