Lo anterior necesariamente tendría que ir acompañado de una recuperación en el ritmo de generación de empleos formales, los cuales han mostrado en este año muy bajas tasas de crecimiento anual que no habían sido observadas desde 2010. Otro apoyo adicional al consumo privado, sobre todo de bienes duraderos, provendría de la materialización de nuestra expectativa de reducción de 100 puntos base en la tasa de política monetaria para este año.
En relación al segundo factor, la mayor demanda externa prevista para 2020 impulsará las exportaciones no petroleras de México, las cuales han ido perdiendo dinamismo en 2019 ante la desaceleración en el crecimiento económico global y las tensiones comerciales internacionales entre Estados Unidos y China.
Sin lugar a dudas, un elemento clave para la recuperación del crecimiento económico en México es la inversión total. Para 2020 prevemos que muestre una contracción anual de 0.4%, lo cual se compararía favorablemente con la caída anual de 4.4% prevista para este año.
Identificamos riesgos externos e internos que inciden sobre la confianza de los inversionistas. Entre los primeros, destacan la desaceleración en el crecimiento de la manufactura global y la incertidumbre asociada a la ratificación del T-MEC por parte de Estados Unidos.
Por su parte, los riesgos domésticos principales se derivan del proceso de toma de decisiones de políticas públicas del gobierno federal, el cual genera cierta desconfianza al cambiar las reglas del juego (sobre todo en el sector energético), revisar contratos ya firmados y sustituir licitaciones por adjudicaciones directas de los proyectos de inversión.
Para la recuperación de la confianza y, por ende, de la inversión privada, consideramos necesario que el gobierno federal retome mecanismos que incentiven la participación del sector privado. Por ejemplo, se requiere que se reactiven los farmouts de Pemex para que esta empresa tenga mayor probabilidad de alcanzar la meta de un promedio de 1.87 millones de barriles diarios de petróleo para 2020. Además, con la reactivación de los farmouts se reduciría la presión de Pemex sobre las finanzas públicas, al hacer menos necesarias las inyecciones de capital del gobierno federal a la empresa en los siguientes años.
Las finanzas públicas serán un factor crítico a monitorear para el siguiente año. Si bien el gobierno federal reforzó su compromiso con la disciplina fiscal al anunciar que buscará un superávit primario de 0.7% del PIB en 2020, los supuestos de crecimiento económico anual de 2.0% y producción petrolera total de 1.95 millones de barriles diarios de petróleo parecen ser algo optimistas.
Sería preocupante que los ingresos públicos totales resultaran mucho menores a las proyecciones, ya que el gobierno federal tendría que recortar el gasto público en aras de mantener la disciplina fiscal e inclusive verse obligado a agotar los recursos del Fondo de Estabilización de Ingresos Presupuestarios (FEIP). Ello pondría en riesgo la calificación crediticia soberana de México.
*Fuente: https://www.altonivel.com.mx/