El momento que más me gusta de mi trabajo como embajador, refirió Almada, es cuando firmo las actas de nacimiento de los niños de padres mexicanos, siempre con el deseo de que en su vida sean felices y hagan cosas buenas. Ellos representan, dijo, la preservación de una cultura que ha existido desde hace cuatro milenios.
Así es que las “vitaminas” para el entusiasmo no fueron clausuradas por falta de dinero, sino que hubo una fiesta de domingo, con dinero de patrocinadores privados y comida simple y rica alrededor de la cual se animó la convivencia.
Y a quienes elogiaron sus palabras, Almada les contó que Adolfo López Mateos, presidente mexicano que abrió las instalaciones de la actual embajada en Tokio, le dijo que para ser orador había que creer en las palabras que uno pronuncia, algo que aplica en sus discursos.
El embajador era hasta hace poco subsecretario de Comunicaciones y Transportes, con una larga trayectoria en el servicio público y ahora representa a México en el país asiático, que más invierte en México, con recursos acumulados por unos 18 mil millones de dólares en la última década. De hecho el promedio en esta administración es de casi mil 800 millones de dólares por año y no hay semana en que no se abra por lo menos una empresa japonesa en México de todos tamaños, es decir, micro, pequeñas o grandes.
El origen de todo esto es un Tratado de Libre Comercio (TLC) que se firmó entre México y Japón durante el gobierno de Ernesto Zedillo y que coordinó Herminio Blanco, cuando era secretario de Comercio.
La clave es que permite a los japoneses exportar a México productos libres de aranceles a los que se les añade valor en este último país, por ejemplo, en las armadoras de autos de Guanajuato, y que después llegan a Estados Unidos a través del respectivo TLC mexicano con el vecino del norte.
El hecho es que la relación se ha cuidado, y aunque hoy la agenda entre ambos países es importante y con muchos recovecos, en el fondo es buena y el entendimiento positivo e histórico.
Por lo que se refiere al turismo japonés está creciendo 4.5% este año cuando en el promedio mundial decrece 2%, lo cual se explica por el aumento del turismo corporativo y de negocios, que luego deriva en el de placer.
Seguramente un reto para los siguientes años es que por primera vez el Consejo de Promoción Turística apruebe una campaña para el consumidor final en este país, cuyo ingreso per cápita es cuatro veces el de México.
