¿Cuál es la principal aportación de México al mundo?
En los lugares turísticos podemos encontrar toda clase de souvenirs que enumeran, cual caracteres identitarios el tequila, los tacos y el chile, como si de una lista de compras se tratase.
A nivel mercantil la cerveza, el tomate y el ya famoso aguacate aparecen nombradas como las principales exportaciones de nuestro país. Un sarape de Saltillo, la sierra de Chihuahua y el mar de Cozumel, reza la canción, pero entre todas las riquezas naturales, la historia, la cultura y la gastronomía, ¿quién somos allá afuera?
Poniéndolo en términos fríos: somos la decimoquinta economía más grande del mundo. Descontextualizado, este dato no es ni grande ni pequeño: somos la cuna de uno de los empresarios más acaudalados a nivel global, pero tenemos también un problema severo de desigualdad, con más de 40% de los mexicanos viviendo en algún grado de pobreza.
Con sus contrastes y matices, la realidad económica de México es más compleja de lo que parece.
Sin embargo, la era digital podría plantear un panorama distinto, si se toman las medidas adecuadas para aprovechar todas las ventajas que tiene México para convertirse en un líder en innovación.
No se trata solo de una privilegiada ubicación geográfica, que le permite ser un puente entre América Latina y Norteamérica, sino que el propio talento de los mexicanos plantea un potencial comprobado de creatividad e ingenio, que remiten y van más allá de una de las plataformas clave de la tecnología: las pantallas a color.
Bajo la etiqueta de “país en desarrollo” podemos ver más lejos y quedarnos con lo positivo, esa capacidad de crecer y adaptarse que caracteriza a los verdaderos líderes.
Pese a los múltiples retos, México se ha constituido en los últimos años como un pilar clave de la ingeniería mundial, produciendo componentes críticos para los sectores automotriz, de aeronáutica y electrónico, construyendo el expertise necesario para dar el salto hacia uno de los sectores más demandados en nuestros días: la industria tecnológica.
Para muestra un botón, un botón llamado Jordi Muñoz, que hizo de los drones producto accesible para las masas, cuando antes su uso era exclusivo de las operaciones militares. El talento existe, y si se pone a su disposición las herramientas necesarias para que florezca, puede impactar de forma significativa la economía nacional.
Con el factor humano garantizado, el siguiente punto radica en la inversión, y ahí es donde esa comparativa de distancias entre el cielo y los Estados Unidos nos resulta favorable.
Frente al exponencial crecimiento de la industria tecnológica en todo el mundo, con un particular despunte de la región asiática, el mercado norteamericano tiene la capacidad de mantenerse competitivo al trabajar de manera conjunta.
Derivado de esta nueva carrera espacial, México ha ido ganando terreno como proveedor tecnológico de Estados Unidos, generando una derrama superior a los 25 millones de dólares por la exportación de estos productos, únicamente en la primera mitad del año. Tales cifras reflejan una oportunidad sustancial para México no solo a nivel mercantil, sino también para convertirse en un hub de manufactura ante un auge de soluciones digitales por venir.
Como resultado, cada vez son más las empresas estadounidenses que traen operaciones al país, lo que le ha granjeado al estado de Jalisco el apoyo del “valle del silicio” en clara alegoría al California de principios de siglo y que hoy representan 54.70% de las exportaciones de la entidad.
Más allá de la producción de hardware, la implementación de proyectos de infraestructura también va cobrando cada vez más fuerza en nuestro país, favoreciendo a entidades como Querétaro donde el despliegue de centros de datos representó una derrama superior a los 1,050 millones de dólares y la generación de más de 1,000 empleos tan solo durante 2020.
Es decir, cada vez es más evidente la forma que México está cimentándose como una zona productiva para la industria tecnológica, desde la fabricación de dispositivos y partes, hasta la integración de proyectos de redes e infraestructura que habilitan el ecosistema de datos del futuro.
Con el talento y la inversión, la triada se completa con la conversión de la industria tecnológica mexicana a una visión proactiva; es decir, fomentar el desarrollo de nuevos proyectos e iniciativas relacionadas con el mercado de TI, pero de origen mexicano, dar el salto de la mano de obra a la investigación y desarrollo. Podemos decir que dicho recorrido lleva ya cierto tramo avanzado, no solo construyendo un campo fértil para el emprendimiento, incluso podemos remitirnos a más de un unicornio que está abriendo la brecha para otros startups, cubriendo también de manera sólida el segmento de software, aplicaciones y desarrollo de código en general.
En términos de tecnología, la cultura de emprendimiento local comienza a dar frutos de manera significativa con iniciativas que van desde la digitalización de la compraventa en el ramo automotriz, hasta la democratización de pagos electrónicos a través del dispositivo móvil, pasando por proyectos relacionados con salud, seguros y el vanguardista mercado de las Fintech, un sector en el que nuestro país ha destacado por regular de manera temprana y eficiente. Sin duda, el campo del emprendimiento nacional merece su propio análisis a detalle.
En resumen, México tiene las condiciones necesarias para hacer de la digitalización un trampolín para el liderazgo económico. Sin embargo, más allá de los socios comerciales y el músculo de manufactura, lo que México tiene para ofrecer al mundo es su capacidad de innovar. Porque el activo más valioso de nuestro país, son los propios mexicanos.
Fuente:
Forbes-https://www.forbes.com.mx/red-forbes-la-transformacion-de-mexico-en-la-siguiente-gran-potencia-de-innovacion/