México envía casi el 75% de sus exportaciones a Estados Unidos, y aun teniendo acceso a una gran variedad de mercados gracias a estos tratados, la estadística no ha cambiado con el paso de los años. El mercado americano resulta de fácil acceso por su geografía, poder adquisitivo y similitudes con nuestros hábitos de consumo.
De hecho, la relación se ha hecho más fuerte en los últimos meses, debido a la guerra comercial con China. Aunque a nivel global esta guerra ha provocado una desaceleración en el comercio, para México ha significado que las empresas americanas reemplacen los eslabones chinos en sus cadenas de suministros por empresas mexicanas. Esto ha generado un incremento en las exportaciones por 28 billones de dólares, de acuerdo con la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), y que México ya sea el primer socio comercial de Estados Unidos.
Sin embargo, la estabilidad se ha ido tambaleando en los últimos años. Primero, por la amenaza de que Estados Unidos abandonara el TLCAN y, más recientemente, por el ultimátum que el presidente Trump dio a México, si no reducía el número de migrantes que ingresaban a su país. De lo contrario, impondría un arancel de 5% (gradual hasta el 25%) a todas las importaciones mexicanas.
Las reacciones a esta última amenaza fueron dos: la primera es la ya conocida negociación liderada por el canciller Marcelo Ebrard y de la cual el resultado ha sido el acuerdo de migración sobre el cual ya tanto se ha hablado. La segunda, que ha pasado un poco desapercibida, ha sido el guiño que le dio México a China, hace un par de semanas, durante el seminario de Promoción de Inversión México-China, organizado por el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología (COMCE).
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Durante la reunión, Luz María de la Mora, subsecretaria de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía, comentó: “Sabemos que, con China, México puede ser más fuerte. Y con México, China puede ser un país más fuerte”. Destacó, además, las ventajas que México tiene como economía para hacer negocios.
China representa –aun sin un tratado de libre comercio de por medio– el segundo socio comercial de México (siendo el tercer principal destino de las exportaciones y el segundo origen de las importaciones mexicanas), con un intercambio de más de 60 billones de dólares. El tema de inversión, sin embargo, es un punto débil en esta relación, pues la inversión China en México es casi nula (tan solo 18 millones de dólares).
Sin duda, esto cambiaría si México propusiera un tratado de libre comercio con el gigante asiático. Ante ello podemos preguntarnos: ¿cuáles serían las principales oportunidades y los riesgos a los que se enfrentaría México si tomara este camino?
Según De la Mora, entre las principales oportunidades para nuestro país está explorar la amplia plataforma exportadora de manufactura, productos agropecuarios y recursos naturales, entre otros. El potencial es enorme, ya que México tan solo representa 1.6% del total de las exportaciones chinas.
Además, también habría oportunidad de intensificar las exportaciones mexicanas. China es el cuarto destino de las exportaciones mexicanas a nivel mundial y el segundo proveedor de importaciones, al representar 17.6% de lo adquirido en territorio nacional.
El principal riesgo, al menos en el futuro cercano, sería que prácticamente se le estaría cerrando la puerta a nuestro vecino del norte y seguramente este echaría para atrás la firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Además, tendrían que pasar varios años para que el comercio entre los dos países se estabilizara: crear relaciones comerciales, abrir rutas logísticas, etc. Todos los productos tendrían que ser tropicalizados para ser exportados a dicho país y se tendrían que asumir grandes riesgos (enfrentando la lejanía geográfica y las diferencias en los intereses y hábitos de consumo del mercado chino). Ante el panorama actual, podría ser un camino muy costoso para México, pues existe el riesgo de una recesión.
Sin embargo, aun si México decidiera no explorar la opción de estrechar su relación con China, la incertidumbre no dejaría de estar presente, si continúa la gran dependencia que se tiene de Estados Unidos, ya que, a pesar del “logro” temporal para evitar la imposición de aranceles, México vive un miedo constante ante las amenazas, que no paran, por parte del presidente Trump. Con ellas se aleja toda posibilidad de inversión en México por parte de alguna empresa americana.
Lo cierto es que, independientemente del socio comercial, los cambios en el panorama político y económico mundial son constantes e impactan directamente la operación y rentabilidad de las corporaciones que protagonizan el escenario del comercio internacional. Aquellas empresas que tengan las herramientas necesarias para tomar decisiones con agilidad serán las que mejor navegarán en este ambiente. Sin información de calidad y tecnología, eso será imposible.
Si pudiera dar un consejo a los CEO y líderes de comercio exterior de grandes empresas, les diría que aumenten su conocimiento sobre los diferentes tratados de libre comercio que México tiene firmados, que diversifiquen mercados destino, que automaticen procesos y cálculos de importación, exportación y regímenes especiales, y que garanticen el 100% de compliance, ya que serán condiciones básicas para convertir estos desafíos en oportunidades de negocios.