lunes, diciembre 23, 2024
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México, en guerra con los alimentos ultraprocesados.

Este mes entrará en vigor una nueva normativa de etiquetado que alertará sobre los peligros de consumir refrescos azucarados y comida ultraprocesada.

Este mes entrará en vigor una nueva normativa de etiquetado que alertará sobre los peligros de consumir refrescos azucarados y comida ultraprocesada.

Los consumidores mexicanos encontrarán pronto mensajes ominosos impresos en etiquetas negras cuando vayan a comprar comida o bebida que contenga “demasiada grasa”, “demasiado azúcar” o “demasiadas calorías”. Es una medida de choque que va a poner en marcha en breve el gobierno de Andrés Manuel López Obrador para poner freno a la preocupante epidemia de obesidad y diabetes que sufre el país.

El nuevo sistema de etiquetado, que ha sido aprobado después de un proceso legislativo complicado, será puesto en marcha este mismo mes y supondrá la eliminación, también, de los dibujos que se incluyen en las cajas o bolsas de los alimentos destinados a los niños. La normativa mexicana sigue los pasos de la puesta en marcha en Chile, donde el sistema de etiquetado -algunos productos pueden llevar varias etiquetas- está empezando a dar resultado.

Por ejemplo, un paquete de galletas o una bolsa de patatas fritas pueden llevar hasta tres etiquetas distintas: una que alerte sobre un contenido excesivo en sal, otra que advierta sobre el exceso de azúcares y un tercero que avise de que el alimento contiene demasiadas grasas saturadas.

Una botella de zumo podría llevar adheridas alertas por azúcar y por calorías excesivas y, además, recomendaciones por su contenido en cafeína y/o edulcorantes artificiales. Las grandes compañías de alimentación de México -el país norteamericano es la segunda mayor economía de América Latina, líder mundial en consumo de refrescos y el quinto mayor mercado para Nestlé- han alzado su voz en contra de la nueva normativa.

“Es una cruzada ideológica contra la industria de los alimentos procesados”, asegura Jaime Zabludovsky, presidente del Consejo Mexicano para la Industria de Productos de Consumo. Un ex negociador del nuevo tratado de libre comercio entre Estados Unidos, México y Canadá, explica que la industria podría pedir la retirada del nuevo etiquetado amparándose en que supone una barrera para las exportac iones.

México fue pionero en la imposición de tasas a la comida basura y los refrescos en 2014, una decisión política que ha sido adoptada posteriormente -con algunas variaciones- en Reino Unido y Portugal. Sin embargo, una encuesta elaborada por el gobierno mexicano a nivel nacional demostró que el colesterol, la diabetes y la hipertensión siguen al alza entre los ciudadanos.

Obesidad y diabetes

Más de ocho de cada diez mexicanos (incluso los niños de entre uno y cuatro años) beben habitualmente refrescos azucarados. “La industria parece no haberse dado cuenta de que sufrimos una epidemia de obesidad”, indica el doctor Juan Rivera, director general del Instituto Nacional de salud Pública. “El 75% de los adultos y el 35% de los niños y adolescentes están obesos y tienen sobrepeso; el Estado tiene el deber de proteger la salud pública”.

La industria insiste en que la nueva normativa, con las etiquetas negras, supone un paso atrás en relación a la legislación anterior, que obligaba a informar al consumidor sobre la proporción de sal, azúcar y calorías de cada porción de alimento, junto con una recomendación de cantidad de consumo diario.

“Un paquete de caramelos Halls de menta contiene once calorías por cada caramelo, que no es más que el 1% de la cantidad diaria recomendada; sin embargo, llevaría una etiqueta por exceso de azúcar y otra por exceso de calorías, es una locura, no hay etiquetas en el mundo que puedan parar la epidemia de obesidad”, clama Zabludovsky. A pesar de las quejas de la industria, Naciones Unidas el Banco Mundial y la Asociación Mundial de Nutrición Pública han apoyado la inciativa, explica Rivera.

Alejandro Calvillo, director de la ONG El Poder del Consumidor, explica que el nuevo sistema de etiquetado en Chile ha dado buenos resultados, ya que ha caído un 25% la compra de refrescos azucarados en el primer año de vida de la nueva normativa. “Es una de las regulaciones que más eficacia han demostrado tener en el corto plazo”, señala Calvillo.

El doctor Rivera explica que una cuarta parte de las calorías que ingieren los mexicanos provienen de los refrescos azucarados y la comida basura y que son los latinoamericanos que más alimentos ultraprocesados consumen. “No estoy en contra de la industria alimentaria, pero hay productos que son perjudiciales para la salud”, insiste, tras añadir que las compañías del sector tienen una “gran capacidad de adaptación” para reformular los ingredentes de sus alimentos más dañinos.

Pero, eso tendría un coste económico notable. Iñaki Landáburu, director de una patronal nacional de distribución, pronostica que los productos que lleven tres o cuatro etiquetas se venderán un 25% menos. “Hay muchos productos en stock y el nuevo etiquetado conllevará para las empresas un coste añadido de millones y millones de pesos”, señala.

Fuente: JUDE WEBBER / Expansión.

https://www.expansion.com/latinoamerica/iberoamericana-empresarial/2020/03/01/5e5c34c5468aeb73508b4606.html

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