París, 12 jun (EFE).- México necesita consolidar la producción y calidad de sus productos agroalimentarios para competir en la Unión Europea (UE) y, al mismo tiempo, diversificar sus exportaciones con el fin de depender menos del mercado de Estados Unidos.
El aumento de las exportaciones es hoy uno de los grandes retos de México en plena renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y la presión que ejerce con sus comentarios despectivos el presidente estadounidense, Donald Trump, dijo hoy en París el doctor Luis Alberto Lightbourn, director de la empresa mexicana de biotecnología Bioteksa.
Lightbourn intervino hoy en la Cumbre Internacional de Biotecnología y Revolución Industrial que concluye mañana en París.
“En el Instituto Lightbourn hemos descubierto un grupo de genes específicos que dan calidad, productividad, inocuidad y, sobre todo, sustentabilidad en los cultivos“, dijo el doctor Lightbourn.
Agregó que México es pionero en el descubrimiento de las proteínas G heterotriméricas que son la base de la señalización celular.
“Hemos hecho estudios en ‘capsicum annuum’ (pimiento morrón) y hemos descubierto una serie de caminos biogenéticos que nos ayudan a optimizar el cultivo”, indicó.
Lightbourn puso como ejemplo los avances biogenéticos en el cultivo del pimiento morrón como una muestra del potencial del sector agroalimentario de México y su capacidad de primer productos y exportador del mundo de este producto.
En su disertación en París, explicó las características de las proteínas y de las propiedades que tienen los productos biogenéticos.
“Soy enemigo de los organismos genéticamente modificados. Es decir soy epigenetista por naturaleza y todas nuestras investigaciones en el Instituto Lightbourn y nuestra línea de producción en Bioteksa está enfocada hacia la epigenética, hacia la no modificación de organismos genéticamente y hacia la inocuidad alimentaria con sustentabilidad medida, no sólo enunciada”, dijo.
Agregó que “hay que medir la huella de carbono, nitrógeno, agua y saber realmente las implicaciones en cada uno de los procesos productivos desde la siembra o trasplante hasta la cosecha”.
“Tenemos -prosiguió- dos principios bioéticos que tenemos que respetar: primero no hacer daño y segundo no estorbar. No hacer daño a la relación suelo o medio, planta, agua y atmósfera y no estorbar los procesos que la planta por si misma desarrolla para defenderse ante todos los cambios agresivos de todos estos elementos”.
Lightbourn subrayó que “las plantas son un organismo sésil, es decir, no puede caminar, moverse ni buscar agua, sombra, calor o frío sino que donde está tiene que resistir las adversidad que se le presentan y las oportunidad para su fisiología óptima”.
“Desgraciadamente la industria ha producido mecanismos, sustancias y procedimientos que no sólo estorban sino que hacen daño a los procesos fundamentales que la planta por sí misma tiene para poder defenderse y esto responde a intereses económicos, de venta a gran escala de muchos productos que ha sostenido la industria agroquímica a través de muchos años”, afirmó.
Señaló que ya es tiempo de parar la mercadotecnia y la economía por “la auténtica sustentabilidad y la auténtica inocuidad“, no importa que no responda a los esquemas económicos de la industria agroquímica.
Explicó que en todo proceso agroproductivo cada kilo de producto o de alimento tiene que ser medido en función de la cantidad de agua que se consume y que “la producción en toneladas por hectárea ya es obsoleta y ahora tenemos que medir en toneladas por metro cúbico de agua empleado”. EFE