Desgraciadamente, nuestros altísimos funcionarios continúan con la idea de tener TLC’s con todo el mundo, de integrarse con el mayor número posible de países cuando en la realidad no se ha logrado siquiera la integración comercial y menos productiva con nuestros socios más cercanos: los del TLCAN (Canadá y Estados Unidos).
Esto, como consecuencia de que esos funcionarios no han sido capaces de crear un marco sistémico que permita a las empresas mexicanas trabajar en un medio idóneo para ser competitivas, como tampoco ha habido ideas ni complementos adecuados con programas, proyectos y políticas públicas que faciliten la actividad de los empresarios y les permitan ser ganadores en el proceso de producción y exportación.
Debido a este marco sistémico tan deficiente, no se ha podido incrementar la competitividad y, particularmente, a partir de 1999, los retrocesos de México en este aspecto han sido enormes; por eso mismo, no se han incrementado los flujos de inversión extranjera directa y, al final tampoco se han creado empleos ni elevado el nivel de vida de la población que era el objetivo fundamental del TLCAN.
En sí, se podría decir que el problema no es tener TLC’s por todos lados sino que nuestros funcionarios no tienen idea de la pobre estructura y la disminuida capacidad exportadora de México que ellos han contribuido grandemente a debilitar crear, lo que se ha traducido en decreciente valor agregado en la producción orientada al mercado interno y a la exportación.
En esencia, nuestros altísimos funcionarios han propiciado la creación de un esquema exportador basado en creciente importación de insumos para realizar actividades básicas de ensamble a través de la maquila, para luego reexportar con reducido valor agregado, situación que nuestros teóricos no han logrado comprender y, por tanto, no se ha logrado un desarrollo exportador coherente.
Todo esto, debido a la falta de visión de esos funcionarios, a la ausencia de programas, proyectos y políticas públicas realistas, además de que han creado una competencia desleal para el empresariado mexicano al fomentar la importación de productos e insumos procedentes de países que tienen un marco sistémico mucho más competitivo que el mexicano, situación que ha sido empeorada al haber realizado una desgravación unilateral totalmente ilógica e incoherente que ha generado una competencia desleal para planta productiva nacional.
Conviene señalar que desde la creación del GATT, en su 7º principio se establecía y propiciaba la promoción de acuerdos comerciales regionales para lograr el establecimiento de esquemas de integración regional, sin embargo, pareciera que nuestros funcionarios no han entendido ni dimensionado este principio e ignoran la necesidad de primero lograr una integración regional.
Estos funcionarios nos hablan y buscan “integrarse” con todo el mundo y ahora nos hablan de impulsar un TLC con Corea del Sur, país con el que necesariamente nuestro déficit seguirá incrementándose pues, en el periodo 1993-2018, el déficit con ese país pasó de 898 a 14 mil 70 millones de dólares, acumulando un total de 193 mil 216 millones US en esos 25 años de intercambios bilaterales.
Conviene señalar que con la estrategia de comercio exterior seguida por nuestros altísimos funcionarios, Corea se suma a los 39 países con los que han firmado TLC’s, de tal manera que el monto del déficit con 40 países en esos cinco lustros alcanzó un total de un millón 32 mil 34 millones de dólares, equivalente a 90% del PIB total mexicano en el año 2018.
Sin duda, este terrible déficit es consecuencia de la nula competitividad de México frente a Corea pues mientras nosotros nos ubicamos en el 51º lugar, ellos se ubican en el 26º, lo que significa que los costos de transacción con que tienen que trabajar las empresas mexicanas son mucho más elevados que los costos con que tiene que trabajar el empresariado coreano.
Ante esta serie de incongruencias, lo único que se puede decir es que el nuestro ha sido un proceso exportador sin ideas ni resultados positivos.