Cada nuevo año siempre trae retos y este 2019 no será la excepción. A nivel global, el más importante será la desaceleración de la economía estadounidense, aunque no esperamos una recesión de las dimensiones de 2008. Después de esa crisis, el mercado estadounidense tuvo un boom y un ciclo de alza que ha sido más largo que periodos similares: 10 años de crecimiento. Ahora estamos en la parte final de ese ciclo.
El próximo año, Estados Unidos crecerá a un ritmo mucho menor y, en consecuencia, la economía global también crecerá menos. La gran economía emergente, China, también vivirá un periodo de desaceleración. ¿Qué implicaciones tendrá esto para nuestra economía? Sin duda muchas, pues Estados Unidos sigue siendo nuestro principal socio comercial.
¿Quién no recuerda los efectos de la crisis financiera de 2008 en nuestro país? Aunque la recesión que veremos este año y el que viene no sea tan profunda como la de hace una década, las empresas que estén más endeudadas sufrirán mucho porque las tasas de interés han subido de manera importante: están cercanas al 9%.
Además de la desaceleración de Estados Unidos, otro reto importante para el presente año es la falta de inversión para infraestructura. El primer año de una nueva administración, sin importa de qué color sea (rojo, azul o amarillo), los grandes proyectos de infraestructura se tienen que licitar, por lo que el gasto en este rubro está detenido. Nueve o 10 meses sin inversión harán que la economía mexicana crezca a un menor ritmo.
Al retrasar la inversión en infraestructura y disminuir el crecimiento de nuestro principal socio comercial, por lógica nuestra economía también se va a desacelerar. Mi estimación para el crecimiento del PIB mexicano es conservador: entre 1.4 y 1.5%, aunque eventualmente esta cifra podría ser revisada a la baja. Sin embargo, el tipo de cambio se mantendrá estable; no porque nuestro peso se aprecie, sino porque el dólar se estará devaluando frente a todas las monedas (el dólar se ha devaluado entre 5 y 6% frente al euro, por ejemplo). Toda el alza que el dólar ha tenido en años pasados, en 2019 se va a revertir; sin embargo, la devaluación no será muy fuerte. Este año podríamos cerrar entre 20 o 20.50 pesos por dólar. Creo que el tipo de cambio no es un tema preocupante.
En cuanto a la inflación, va a empezar a ceder. Probablemente cerrará el año en niveles cercanos al 4%. En cuanto a las tasas de interés, deberían de mantenerse. En resumen, 2019 será un año de bajo crecimiento económico, con un tipo de cambio ligeramente estable, altas tasas de interés y una inflación a la baja.
Alto costo del dinero
A pesar de los datos anteriores y de las bajas calificaciones que Fitch Ratings dio a Petróleos Mexicanos (Pemex) hace unas semanas, México sigue siendo un buen país para invertir, porque siempre habrá oportunidades y la baja de Fitch no necesariamente implica una baja en la calificación soberana.
Sin embargo, no hay que perder de vista las altas tasas de interés; las que México está pagando son una locura y creo que es la nueva prima de riesgo. Nuestro país está pagando tasas de interés similares a las de Brasil, solo que Brasil no tiene grado de inversión. Creo que México no va a perder su grado de inversión, pero la prima de riesgo para nuestra economía sí se ha incrementado por el clima de incertidumbre sobre el rumbo de la economía nacional, la sostenibilidad de las finanzas públicas y las condiciones futuras para la inversión privada que se dieron al inicio de la nueva administración.
Del lado de los inversionistas, el alza en las tasas de interés hace que se vuelvan muy atractivas. Aquí la cuestión es, como siempre, la diversificación. Recomiendo al inversionista que busque instrumentos que complementen su portafolio a través del Sistema Internacional de Cotizaciones: fondos en países emergentes, en Estados Unidos –porque a pesar su desaceleración, nuestro vecino del norte es una economía fuerte– o en ciertos sectores son algunas opciones.
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En cuanto a industrias, creo que al consumo básico le va a ir muy bien, gracias al incremento en el salario mínimo y los apoyos que la gente está recibiendo por parte del gobierno. Por otro lado, industrias como la automotriz se verán más afectadas por la desaceleración de Estados Unidos, pues las ventas en ese país serán menores. Con un crecimiento de la economía mexicana menguado, creo que todas las industrias se verán afectadas.
Además, el crédito se va a encarecer, así como el servicio de la deuda externa. Es decir, México tendrá que pagar más intereses por el servicio de la deuda. Eso hará que el costo del dinero suba y que las empresas se desanimen a pedir créditos. Lo mismo ocurrirá con los usuarios de tarjetas de crédito. Esto, sin duda, tendrá repercusiones.
En la parte local, lo que más me preocupa es que, con la nueva administración, estamos en una curva de aprendizaje y eso podría desincentivar la inversión y la confianza.
En la parte global, hay que seguir de cerca a Estados Unidos. Donald Trump con seguridad querrá reelegirse, así que habrá que ver cómo se comporta la economía estadounidense. La Cámara de Representantes ya es de los demócratas, y querrán recuperar la presidencia. Y Trump sabe que las elecciones se ganan cuando la economía va bien. ¿Cómo nos afecta lo que suceda en Estados Unidos? Generando incertidumbre.
Cuando Trump ganó las elecciones, el tipo de cambio llegó a 22 pesos. Si la gente siente que hay incertidumbre, el tipo de cambio y el oro se convierten en refugios naturales, y el clima de negocios se frena. A los inversionistas no les gusta la incertidumbre y este año parece que habrá mucha. ¿La economía mexicana será capaz de tener un ritmo de crecimiento sano, a pesar de la desaceleración de Estados Unidos? Estoy seguro que no.