Tampoco han logrado aprovechar las ventajas comparativas ni volver a México más competitivo, sino todo lo contrario; menos se ha logrado incrementar el flujo de inversión extranjera directa y, consecuentemente, tampoco se han creado empleos ni elevado el nivel de vida de la población.
Era fundamental para el éxito de este proyecto, el más importante para el desarrollo económico de México en la historia moderna, definir una estrategia integral para aprovechar las supuestas ventajas negociadas en el TLCAN, sin embargo, los teóricos del comercio exterior y los altísimos funcionarios encargados del desarrollo del proyecto se olvidaron del mismo y, en su lugar, se pusieron a firmar TLC’s compulsivamente hasta totalizar 48 países en el año 2018, lo que los convirtió en campeones del libre comercio, aunque las consecuencias para nuestro país eran funestas, pues en el periodo 2001-2081, en que prácticamente estuvieron en vigor los TLC’s, con esos países y los 33 APPRIS que supuestamente iban a lograr nuestro desarrollo económico, México cayó de la 9ª a la 15ª posición como economía mundial y nuestro PIB per cápita descendió de 41º al 74º lugar.
En el mismo periodo, nuestra participación en la generación de riqueza mundial descendió de 2.65% a 1.41%, por lo que nuestro PIB per cápita pasó de estar 33% por arriba del promedio del PIB cápita mundial a -15% por debajo del mismo en el año 2018.
A pesar de los pésimos resultados obtenidos en la desequilibrada carrera de nuestros funcionarios obsesionados por un “libre comercio” completamente dogmático e irracional, insistieron en la firma del TPP porque Estados Unidos estaba participando en las negociaciones y, por tanto, debíamos participar para influir y defender nuestros intereses.
Una vez que Estados Unidos inteligentemente se retiró del proceso de negociación del TPP, nuestros funcionarios insistieron en seguir participando en este aberrante proceso que las cifras del intercambio nos muestran.
Hoy, con cifras de los primeros 10 meses de la entrada en vigor de TPP-11, los resultados de su aberración ya los tenemos enfrente y, desgraciadamente, no son nada agradables, al contrario, pues mientras la exportación mexicana a los 6 nuevos socios se redujo en -398 millones US, la importación procedente de los mismos se incrementó en -3,806 millones US para alcanzar un déficit de -14,421 millones US, nada más, y aunque esos funcionarios señalaban que todo estaba fríamente calculado para defender a la planta productiva nacional, las cifras dicen lo contrario.
Especial referencia me permito hacer a la relación con Vietnam, un país totalmente arrasado por una terrible guerra que en estos primeros 10 meses nos recetó un déficit de -4,875 millones US, superior en -1,284 millones US al del mismo periodo de 2018.
También me permito hacer especial referencia a una industria que fue ferozmente defendida por los negociadores mexicanos y que, a pesar de sus providencias, ahora se ve seriamente dañada por las importaciones de calzado, casualmente procedentes de Vietnam, país que en el periodo 2003-2019 se presenta como el principal proveedor de México con 4,044 millones US.
Sin duda, algo no ha funcionado con nuestro comercio exterior, empezando por la calidad de las instituciones públicas y sus funcionarios, siendo incapaces de crear un marco sistémico que permita trabajar a la planta productiva nacional en un nivel competitivo, situación empeorada por la carencia de una estrategia de promoción con programas, proyectos y políticas públicas realistas.
La deplorable situación que se presenta en nuestro comercio exterior, y particularmente en la relación con el TPP-11, obliga a que en la 4ª Transformación se realice una revisión seria de nuestra política y de la estrategia de promoción del comercio exterior y de las inversiones, a fin de que nuestro país también se haga acreedor de los beneficios que estas actividades normalmente generan y que muchos otros países sí han logrado.
*Fuente: https://elsemanario.com/