Para Pollyanna De Lima, economista principal de la firma, el sector industrial mexicano volvió a sufrir ante la combinación de los problemas nacionales y el deslucido crecimiento mundial.
“A nivel interno, la debilidad de la confianza de los clientes, el frágil consumo y la desaceleración económica limitaron las ventas. En el plano internacional, el decaimiento de la actividad en los principales destinos de exportación de los bienes mexicanos y las tensiones comerciales lastraron las ventas al exterior”, mencionó la especialista.
De Lima indicó como un ‘mal augurio’ para los próximos meses la notable caída de la confianza empresarial, debido a que el optimismo se deterioró en julio hasta su nivel más débil desde que comenzó la recopilación de datos sobre las expectativas comerciales a comienzos de 2012.
“Las empresas se mostraron especialmente preocupadas por la posibilidad de una recesión económica, la inestabilidad del mercado, la débil demanda de los clientes y la incertidumbre del panorama futuro”, puntualizó la economista.