viernes, noviembre 22, 2024
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T-MEC: El Gran Reto De La Ratificación.

Tras la firma del T-MEC en noviembre pasado, los tres socios comerciales de América del Norte enfrentan el gran reto de obtener la ratificación del Tratado en sus respectivos Congresos y Parlamento.

Podríamos decir que se ve más complicada la ratificación en EU que en México, debido a que la oposición controla la Cámara de Representantes en ese país, y además nuestro vecino está por entrar en la vorágine electoral con miras al 2020. Mientras tanto, en México habría razones para pensar en una aprobación relativamente sencilla: los altos índices de popularidad del presidente López Obrador; la mayoría de MORENA en el Senado y su alto grado de disciplina ante el Presidente; y el hecho de que los principales partidos políticos en México apoyaron las negociaciones del T-MEC y se pronunciaron favorablemente respecto a sus resultados.

Sin embargo, sería un grave error pensar que todo será miel sobre hojuelas cuando el Senado discuta el T-MEC, por la sencilla razón que los votos en materia comercial se han vuelto cada vez más complicados en nuestro país, y existen factores externos que podrían complicar el panorama. Recordemos que durante la votación del Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Trans-Pacífico (CPTPP por sus siglas en inglés), los partidos de izquierda fueron extremadamente críticos del Acuerdo, a pesar de que el mismo fue ratificado por 73 votos a favor y 24 en contra.

Durante el debate en el Senado sobre CPTPP, los senadores de izquierda criticaron las disposiciones del acuerdo en materia de energía, los plazos de protección de datos para desarrolladores de medicamentos biológicos, y el acceso al mercado mexicano de productos asiáticos en sectores sensibles como textil y calzado. Si bien dentro del T-MEC no existe la preocupación por acceso pues todo el comercio con EU se encuentra libre de arancel, en materia de energía y de protección de datos para medicamentos podrían surgir cuestionamientos, sobre todo por parte de las filas más radicales de MORENA y del PRD. Sin duda, el Gobierno cuenta con los argumentos para rebatir cualquier critica en materia de propiedad intelectual para el sector farmacéutico. En CPTPP México se comprometió a una protección de 8 años para medicamentos biológicos—productos innovadores que se elaboran con base en organismos vivos y que son útiles para combatir enfermedades complejas como la diabetes, cáncer, y hepatitis B, entre otras—y que requieren de una mayor inversión por parte de los innovadores que la que se requiere para la elaboración de medicamentos con base en farmoquímicos. Durante la negociación del T-MEC se logró reducir la pretensión de EU de otorgar 12 años de protección de datos, como lo establece su Ley. El resultado fue un plazo de 10 años para obtener un balance que facilitará a los innovadores desarrollar los medicamentos más avanzados del mundo, y al mismo tiempo asegurará que a partir del “día 1 del año 11” puedan estar disponibles en el mercado nacional los productos genéricos o biosimilares.

Respecto al sector energético, el T-MEC es uno de los mejores ejemplos de cooperación entre la Administración saliente y el equipo de transición del entonces Presidente-electo López Obrador. Atendiendo las sensibilidades del equipo de transición, se logró incluir un capítulo de energía que garantiza el pleno respeto a la soberanía de México sobre el petróleo y los demás hidrocarburos, mediante el reconocimiento de su propiedad directa, inalienable e imprescriptible. El resultado es sumamente positivo para México, ya que garantiza la independencia y soberanía de México en materia energética, y preserva el derecho a regular en materia de petróleo y demás hidrocarburos, en consistencia con los compromisos que México ha hecho en otros acuerdos internacionales.

El T-MEC consta de 34 Capítulos, por lo que el debate no se limitará a los dos temas que hemos mencionado, pero el Ejecutivo cuenta con los elementos para defender los resultados en sectores clave como el automotriz, en donde se preservó el libre comercio y se obtuvo la exclusión de México de toda medida de seguridad nacional que pudiera imponer EU. En el sector agropecuario se garantiza el acceso para la totalidad de las exportaciones del campo mexicano y se negoció el capítulo más avanzado del mundo en materia sanitaria y fitosanitaria. Se mantuvieron los mecanismos de solución de controversias que EU pretendía eliminar y que resultan fundamentales para brindarle certeza jurídica a nuestros exportadores e inversionistas. Se incluyeron capítulos nuevos que reflejan la realidad de la economía moderna como comercio digital, apoyo a Pymes, anticorrupción, transparencia y buenas prácticas regulatorias, entre otros.

Entonces, ¿cuál será el prieto en el arroz de la ratificación en México? Trump, Trump, Trump

La batalla campal que se viene en EU para la ratificación del T-MEC podría tener efectos contaminantes en nuestro proceso en México. Ya sabíamos que el debate en México se podía complicar en la medida en que los irritantes comerciales con EU (aranceles en acero/aluminio y restricciones al tomate) sigan sin resolverse. El nuevo elemento en la ecuación es que el Presidente Trump parece haber retomado su estrategia de campaña de 2016, en la que fue generando apoyo doméstico para su candidatura a través de ataques mediáticos en contra de México y de China. Las amenazas de cerrar la frontera si México “continua sin hacer nada” respecto al tema migratorio, o de subir aranceles en el sector automotriz si no “dejan de fluir las drogas hacia EU” marca el inicio de la campaña de reelección del 2020. Es decir, este es un dolor de cabeza que llegó para quedarse.

Sin duda esto representa un reto para la relación con EU, y de manera inmediata puede significar otra gran roca en el camino del T-MEC, esta vez en el Senado mexicano.

Es un reto, pero la adversidad es una oportunidad para el heroísmo, y México tiene con qué salir bien librado. La clave será, tal como se hizo durante la negociación del T-MEC, que tanto el Ejecutivo como el Senado de la República encuentren el tono correcto en sus respuestas a los ataques verbales de Trump. El Gobierno de México deberá responder de manera contundente a las acusaciones y acciones de Trump, pero con base en hechos y datos duros, y sin caer en estridencias verbales o guerras en Twitter que solamente atizarían el fuego de la Casa Blanca.

No debemos olvidarnos de la estrategia que llevó a dos administraciones mexicanas (una saliente y una entrante) a lograr la firma del T-MEC: concentrarnos en el objetivo primordial que es el bienestar económico del país, pero al mismo tiempo actuar con firmeza en todas las áreas de política exterior que impactan la relación con el vecino del norte. La tarea del Ejecutivo en las próximas semanas y meses será explicarle al Senado y a la sociedad mexicana, con todo el detalle posible, por qué debemos aprobar el T-MEC. La tarea conjunta del Senado y del Ejecutivo será no caer en el juego de los ataques vitriólicos del presidente Trump y concentrarse en la ratificación del Tratado.

En este momento la visión en Washington es muy pesimista respecto a las probabilidades de que el T-MEC se apruebe este año. Pero la realidad es que el proceso no ha arrancado. La acción iniciará una vez que el Representante Comercial de EU envíe la iniciativa de ley de implementación al Congreso, lo cual pudiera suceder a mediados de abril. Mi pronóstico es que no se logrará la aprobación en EU antes del receso del Congreso en agosto, y los meses de septiembre y octubre serán claves tanto en México como en EU.

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Cortesía de Investing.com

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