Las dos empresas más importantes que tendrán que asumir las nuevas bases de regulación tarifaria son Ferrocarril Mexicano (Ferrosur) y Kansas City Southern (KCS).
Hasta ahora, en los hechos, constituyen un duopolio en la operación del servicio público de transporte de carga de cloro, de óxido de etileno, amoníaco anhidro y sosa cáustica, en la zona sur del estado de Veracruz.
Los usuarios del servicio ferroviario no tienen otra alternativa y están sujetos a las condiciones impuestas por ambas empresas y, con capacidad limitada de negociación.
En consecuencia, los transportistas pueden extraer beneficios extraordinarios a través de tarifas elevadas.
De ahí la relevancia de que por primera vez se les aplique una tarifa máxima.
Frente a la evidente falta de competencia por primera vez en su historia la Agencia Reguladora de Transporte Ferroviario (ARTF), que encabeza Alejandro Álvarez Reyes emitió bases de regulación tarifaria a los concesionarios en México.
Para decirlo en términos más claros y rápidos: la agencia reguladora del transporte ferroviario, con base en los modelos de Estados Unidos y Canadá establece una tarifa máxima por tonelada-kilómetro para cada combinación de ruta, porción de ruta y producto.
La tarifa máxima se calcula a partir de los costos totales promedio asociados a la prestación del servicio multiplicados por un factor diferenciador por producto más el cálculo de una utilidad razonable que permite al concesionario invertir en un sector que resulta particularmente intensivo en capital.
El objeto del deseo
El estado de Veracruz representa el 11% de la producción de la industria química nacional y el 48% de la industria petroquímica mexicana.
Ahí se ubican cuatro de los siete complejos petroquímicos de Petróleos Mexicanos, tres de ellos en el municipio de Coatzacoalcos.
En particular el cloro, óxido de etileno, amoníaco anhidro y la sosa cáustica son insumos para más del 50% de los procesos de las industrias farmacéutica, de fertilizantes, procesamiento de alimentos, limpieza y cuidado personal, automotriz, construcción, entre muchas otras del sector manufacturero.
El traslado de estas materias primas requiere disminuir riesgos a la población y al medio ambiente, haciendo del ferrocarril prácticamente el único medio técnicamente disponible.
El botón de alarma
Luego de una larga investigación que llevó dos años, la Comisión Antimonopolios, que preside Jana Palacios, determinó en enero de este año la ausencia de condiciones de competencia efectiva en 20 pares origen-destino correspondientes a los productos cloro, óxido de etileno, amoníaco anhidro y sosa cáustica.
A partir de la resolución de la Cofece, la ARTF desarrolló y emitió los lineamientos correspondientes y los publicó en el Diario Oficial de la Federación en el mes de febrero.
Luego elaboró las metodologías para resolver los procedimientos sucitados dentro del Sistema Ferroviario Mexicano (SFM) mediante el establecimiento de bases de regulación tarifaria.
Este modelo retoma algunas características de las metodologías aplicadas en Canadá y Estados Unidos, con la ventaja de ser más simple.
Retoma buenas prácticas regulatorias de otros sectores aplicables al caso y abona a la certeza jurídica y al equilibrio razonable que debe prevalecer entre los usuarios y concesionarios del SFM.
Este análisis incluyó la revisión de casos análogos en países con redes ferroviarias similares a la de México, como es el caso de Canadá, los Estados Unidos de América y Brasil, considerando pros y contras, así como aplicabilidad para el Sistema Ferroviario Mexicano.
Por otra parte, la Cofece está realizando otra encuesta sobre competencia en todo el sector ferroviario.
La primera encuesta fue sobre uno de los mercados de la industria petroquímica y condujo a la aplicación de la primera regulación tarifaria.
Seguro habrá reacciones de dos compañías ferroviarias. Al tiempo.
Fuente:
Marco A. Mares-https://www.eleconomista.com.mx/opinion/Un-tren-llamado-competencia-20200818-0175.html