Sorprendió el anuncio del nuevo aeropuerto, hecho por el presidente de la república, EPN, primero por la dimensión faraónica del proyecto que triplicaría la capacidad del actual que es de dos pistas; segundo porque siendo México reconocido por la calidad de sus arquitectos se haya seleccionado al Arq. Ingles Norman Foster como ganador (según la presentación oficial el mejor del mundo); tercero por su ubicación aledaña al actual en tierras federales.
Respecto al primer punto el proyecto va mas allá del aeropuerto como tal, se pretende sea centro logístico y comercial, mega galería de arte, en fin; escaparate del México contemporáneo, la pretensión es correcta si se logra también la conectividad vial adecuada a la ciudad y zona conurbada del estado de Mexico, pues no cuadraría un moderno aeropuerto tipo Dubái con un sistema vial congestionado e insuficiente como el actual, se requeriría tal vez un sistema de tren subterráneo o vial que conectara
directamente con el centro histórico, el corredor Reforma, el área turística de Polanco, Santa Fe o un viaducto exclusivo para el tráfico vial del nuevo aeropuerto.
En cuanto a nuestro malinchismo arquitectónico, no me siento agraviado pues no se duda de la calidad, originalidad del proyecto y pretensión de ser el mejor del mundo como lo pregona de manera desmesurada el gobierno federal, pero no estoy tan seguro del sentir del gremio arquitectónico nacional, pues a pesar de seguramente haber competido, perdieron la contienda, al parecer no se sabrá de sus propuestas pues no estuvieron expuestas al escrutinio popular, tal vez fueron diseños mexicanistas de acuerdo a la tradición prehispánica de grandeza y monumentalidad o el modernismo mexicano con su eclecticismo y originalidad.
Tercero la ubicación parece ser las más idónea pues se hicieron los estudios técnicos de aeronavegación para determinar que el tráfico aéreo por la parte norte es más conveniente que la actual, además se han ido subsanando cuestiones de propiedad con ejidos aledaños pues según información oficial se han hecho las compras correctas de tierra (complementaria) pues los ejidos han hecho el cambio de régimen (dominio pleno) que permite hacerlo legalmente sin llegar a la expropiación.
Otra gran ventaja es que se mantiene una cercanía con la ciudad pues prácticamente quedara muy cerca del centro histórico y de las áreas turísticas, evitando así largos traslados para los viajeros y turistas que lleguen a la capital. También por otra parte se evita el enorme costo de compra de la tierra y la especulación que se hubiera dado de haber seleccionado otra ubicación, pues para este proyecto se utilizara reserva federal aprox. 12000 hectáreas y el aeropuerto se construirá en 4000 mil hectáreas, quedando espacio más que suficiente para áreas de mitigación ambiental y futuros proyectos alternos como centros logísticos y de distribución, de convenciones etc.
No quiero dejar de comentar que respectó a la ubicación sobre el antiguo vaso del lago de Texcoco, se tiene una situación geológica muy particular pues el suelo es inestable, toda esa tierra era lacustre, en el subsuelo hay mantos acuíferos, que dependen de un sistema de recarga (mediante estanques) que se construyo hace 30 años para aliviar la excesiva extracción de agua de los posos artesianos de la ciudad de México, que ha provocado el hundimiento de toda la plancha urbana (tres metros en 90 años) y también mitigar las pavorosas tolvaneras de tierra salitrosa que sufría la capital por la desecación del antiguo lago.
Ejemplo palpable de las consecuencias de la inestabilidad del suelo por nivel freático y el hundimiento es, precisamente la terminal dos del actual aeropuerto, que a pesar de no tener mucho tiempo de construida presenta un desnivel alarmante, que según palabras del secretario de comunicaciones Ruiz Esparza, costara alrededor de 1000 millones de pesos para reparar, recursos federales que no tenían porque gastarse de haberse realizado la ingeniería de mecánica de suelos adecuada al subsuelo, realmente no hay excusa para esta grave situación pues con la tecnología actual se pudieran construir rascacielos en este suelo, lo que es evidente es que o se cometieron errores de ingeniería o se genero corrupción en la construcción de la terminal. Ahora bien espero que en base a esta amarga experiencia no se repitan en el mega proyecto, estos errores técnicos, de negligencia criminal o de corrupción, pues va en prenda el prestigio del país y la pretensión del estado mexicano de entrar a la etapa de país desarrollado en el futuro próximo.
