Durante los años 80 del siglo pasado, China y México emprendieron importantes reformas para transformar sus respectivas estructuras productivas, resolver sus fuertes problemas económicos nacionales y desarrollar una mayor participación en los mercados internacionales. Los respectivos gobiernos de nuestros países en ese entonces, determinaron que el camino a seguir era la apertura económica para insertarse en el proceso de globalización y obtener recursos suficientes para resolver las apremiantes necesidades nacionales.
Con ello, resaltó una intención de modernizar y transformar la estructura industrial y productiva, así como atraer inversiones del exterior para promover el desarrollo nacional. Cada uno lo hizo a su modo, pues mientras que China se mantuvo por muchos años prácticamente en una posición semiautárquica, México desmanteló su modelo de sustitución de importaciones.
En China, el gobierno de Deng Xiaoping enfocó su estrategia hacia una apertura y liberalización gradual de la economía en una forma sui generis. Los líderes chinos plantearon que se procedía a modificar el estatus y régimen de la propiedad colectiva, permitiendo la formación de compañías mixtas y privadas. En dicha estrategia se impulsó la atracción de inversiones extranjeras y de facilidades para el establecimiento de industrias, las cuales fomentaron las actividades en las llamadas Zonas Económicas Especiales al sur del país. En los registros del Ministerio de Comercio de China, ciudades como Hebei, Guangdong, Jiangsu, Shangdong y Beijing –entre otras-, empezaron a destacar como provincias caracterizadas por su fuerte industrialización, alta tecnología en la manufactura y por lo tanto, enfocadas hacia la exportación. A la vez, China capitalizó su orientación hacia los mercados internacionales a través del despliegue de relaciones comerciales con numerosos países y participación en organismos multilaterales. A nivel nacional, el fomento a la industria, sustentó la base de sus nuevas ventajas competitivas combinando la aplicación de tecnología intensiva y mano de obra de bajo costo. El declarado “socialismo de mercado” del `93 mostraba ya resultados impresionantes en materia de comercio internacional. De acuerdo con la UNCTAD, para la década de los 90´s, más del 70% de las exportaciones de China estaba conformado por manufacturas y el crecimiento de esta actividad se ubicaba en un promedio anual del 17%.
Por su parte, México, siguiendo también una estrategia de apertura y liberalización económica, mostró que la participación de manufacturas y productos industriales destacaba en el sector exportador. Tomando en cuenta los datos de la entonces SECOFI, el 80% de las exportaciones estaba conformado por bienes del sector industrial. Esto se logró, además de la implementación de políticas de apoyo y fomento al comercio exterior, con una agresiva política de negociaciones comerciales con países de diversas partes del mundo. En paralelo, se desarrolló una intensa participación en la OMC y foros regionales como ALADI y APEC -entre otros-, para imprimir fuerza a la promoción de nuestros productores e intereses comerciales. En México, no solo la mano de obra y tecnología intensiva eran los componentes de competitividad internacional, también los tratados comerciales en relación con las políticas de acceso a mercados facilitaron la entrada de nuestros productores a otros mercados. En consecuencia, como lo reporta la Secretaría de Economía, el resultado de esta estrategia es el crecimiento de 400% del sector exportador entre 1994 y 2000. De todo lo anterior se deriva que progresivamente, la participación de nuestros países en el comercio internacional ha venido representando posiciones competitivas. Según la OMC para 2007, las manufacturas han estado presentes en casi el 80% de los productos intercambiados con el exterior, destacando los bienes intermedios, vehículos, maquinaria, equipos de oficina y de telecomunicaciones, así como electrónicos, entre nuestras principales ventas internacionales.
Sin embargo, un punto común de ambos países ha estado marcado por la demanda de los bienes exportados hacia el mercado de los Estados Unidos. Considerando que éste representa un espacio vital para ambas economías, la competencia en el mismo se presenta tan intensa simplemente porque tanto la cercanía geográfica, como lo competitivo de los bienes, también es prioritario en la demanda de los productores y firmas estadounidenses. Tan solo, en lo que concierne a la presencia que tienen nuestros países en el mercado de los EUA, se reporta en los informes de la CIA -al cierre de marzo de 2011- que México participa con el 11% de las importaciones totales de los Estados Unidos, mientras que China lo hace con casi el 20%. Ambos volúmenes representan cerca del 40% de las importaciones totales y marca nuestros patrones de competencia comercial.
La participación es tan intensa en ese país, que en lo sucesivo —independientemente de recesiones y otros fenómenos económicos— estará sustentada en la innovación, el valor agregado, la investigación y desarrollo y la demanda de los consumidores que tengan sobre los bienes de nuestros países, entre otros factores.
*Coordinador de la carrera Relaciones Internacionales de la Universidad del Valle de México, campus Querétaro