De toda la cartera por 102,800 millones de pesos en créditos que la banca de desarrollo otorga en el país, el Distrito Federal, Nuevo León y estado de México se llevan en conjunto 75% del total, de acuerdo con el estudio “Una agenda mínima para México” del Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN) del Tec de Monterrey.
En tanto, estados de alta marginación, donde la banca de desarrollo debería tener mayor presencia, como Guerrero, Michoacán, Puebla, Campeche o Chiapas, desaprovechan el financiamiento y no alcanzan una participación mayor al 1%, revela el documento.
LOS QUE GANAN
Según cifras de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores citadas por la casa de estudios, el Distrito Federal se queda con 39% de los empréstitos otorgados a personas morales o físicas por instituciones como Bancomext, Banobras, Financiera Rural, la Sociedad Hipotecaria Federal o Nafin. En tanto, a Nuevo León se otorga 18% y a México, 17 por ciento.
De 25% restante, Chihuahua se lleva 7% y Quintana Roo 3%; mientras que otros 14 estados no alcanzan más de 2 puntos porcentuales, y las últimas 13 entidades restantes no llegan a sumar ni 1 por ciento.
Si se compara ésta distribución con la más reciente evaluación de pobreza estatal elaborada por el Coneval, de los 10 estados más pobres del país (donde más de 28.5% de su población registra la carencia de más de tres servicios básicos): Chiapas, Campeche, Puebla, Guerrero y Michoacán están en el espectro de aquellos que no captan más de 1% de créditos de esta banca.
LAS REGLAS JUEGAN PARA LOS ESTADOS RICOS
Tanto el director del CIEN, José Luis de la Cruz Gallegos, como el director de la consultoría Aregional, Ricardo Carrillo, coincidieron en que aunque estos recursos deberían encontrar en los estados más pobres a la mayor cantidad de sus clientes para fomentar el desarrollo, la alta concentración de los créditos termina por ahondar la brecha entre estados ricos y pobres.
“Lo que están haciendo es aplicar créditos en entidades ricas a sectores ya desarrollados (…), lo que genera iniquidad. Se está favoreciendo a las grandes empresas, pero no existe una política de crédito tan amplia hacia pequeñas y medianas o micronegocios (los cuales emplean a 20 millones de mexicanos)”, detalló De la Cruz.
Por separado, Ricardo Carrillo añadió que el propósito de la banca de desarrollo es financiar proyectos que la banca privada no financia, dado los altos márgenes de riesgo o poco retorno de la inversión.
No obstante, ésta ha dejado de cumplir su función ya que se le ha relegado al papel de banco de segundo piso para apoyar créditos al sector privado, por lo cual, “es natural que los estados más ricos se lleven la mayor parte”.
“La banca de desarrollo no agrega nada, incluso tiene tasas de interés más altas. Desconozco el último dato, pero la banca de desarrollo en México no debe estar, como facilitador del desarrollo, representando más de 1% de todos los créditos que se dan en el país”, calculó Carrillo.
El promedio nacional de financiamiento de la banca de desarrollo es de 164 millones por agente empresarial. Nuevo León es donde cada empresario se lleva una mejor tajada al obtener créditos en promedio por 350 millones.
Ambos especialistas afirman que las reglas actuales bajo las que estos créditos son otorgados no responden a una política de desarrollo industrial para el impulso a sectores y regiones en crecimiento que atienda la incubación de nuevas empresas, por lo cual haría falta retornar a las bases con las cuales fue planeada la banca de desarrollo.
EN NÚMEROS
La BD en cifras:
102,800 millones 394,646 pesos es la cartera total de la banca de desarrollo.
4,624 empleados tiene la banca de segundo piso.
9,644 créditos fueron otorgados en el 2011 por organismos de la banca de desarrollo en el país.