Donald Trump, presidente de Estados Unidos, cree que el déficit comercial de la nación es calamitoso. Usa con regularidad palabras como “catástrofe” y “desastre” para describirlo.
Es cierto que hay una gran brecha entre el valor de los bienes que se importan y el de los que se exportan: el año pasado fue de 810.000 millones de dólares.
Sin embargo, ese número ausente omite un punto importante: la economía de EE.UU. ya no fabrica bienes principalmente: ahora está mayoritariamente basada en los servicios y depende en gran medida de los servicios financieros, los medios de comunicación, el transporte y la tecnología.
Y en términos de importación y exportación de servicios, Estados Unidos registró un superávit comercial de 243.000 millones de dólares.
De hecho, las empresas en el sector de servicios emplean cinco veces más personas que las empresas que fabrican bienes.
“Estados Unidos es, de lejos, el productor de servicios más eficaz y exitoso”, dijo Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics. “Uno ve nuestros servicio y tenemos un excedente en comparación con casi todos en el planeta. Es realmente algo en que la gente debe considerar”, agregó.
La siderurgia y el aluminio son un “show secundario”, agregó Zandi, pues ya no son fundamentales para el bienestar económico de Estados Unidos. “La gente en esas industrias está sufriendo y necesita ayuda, pero la respuesta no es desanimar el comercio, es ayudar a esas personas”.
“Cuando llega el momento en que nuestro país no puede fabricar aluminio y acero (…) no tienes mucho como país”, dijo Trump la semana pasada cuando anunció planes para imponer aranceles.
Pero las industrias manufactureras como el acero y el aluminio no han sido una parte central de la economía de EE.UU. durante mucho tiempo.
Siete de las diez empresas más valiosas en términos de valor de mercado (Google Parent Alphabet, Amazon, Microsoft, Facebook , Berkshire Hathaway, JPMorgan Chase y Bank of America) son empresas de la industria de servicios.
Y si los aranceles de acero y aluminio de Trump desencadenan una guerra comercial, serían realmente malas noticias para el sector de servicios, que se benefician de los bienes importados.
Pensemos en Starbucks. Casi todo el café que vende es importado, lo que aumenta la brecha comercial. Pero Starbucks sigue creciendo y suma a la economía de Estados Unidos con 14.000 locales y 185.000 empleados en este país.
Lo mismo ocurre con la compañía más valiosa de Estados Unidos, Apple, que importa la mayoría de los iPhones y computadoras que vende.
“Pero la electrónica (física) no está donde se crea la riqueza”, dijo Zandi. “Es lo que hay dentro en los iPhones, las tabletas, las computadoras portátiles, las aplicaciones, la música, el software, todas las cosas que producimos aquí”, detalla.
Si el presidente Trump quiere tomar una decisión firme sobre el comercio para ayudar a las compañías estadounidenses más importantes, dijo Zandi, debería concentrarse en proteger la propiedad intelectual de la que depende el sector de servicios.