México se encuentra en medio de un debacle económico entre las principales potencias económicas: EUA y China. Ambas se encuentran en este momento, disputando la supremacía no sólo como potencias hegemónicas, la guerra comercial es sólo un frente más de un delicado juego de ajedrez entre las potencias, se encuentran disputando el mercado mundial y con ello la supremacía económica.
La guerra comercial se encuentra en los frentes de las patentes comerciales, las exportaciones a otros mercados, el resurgimiento del nacionalismo industrial en el área comercial y tecnológica (recordemos la separación de insumos entre Apple y Huawei) y la tecnología computacional, en específico la red 5G para telefonía celular, el llamado “Internet de las cosas” que hará posible la conexión masiva de usuarios a las cosas que nos rodean.
Nuestro país en este contexto tiene un par de puntos a favor, la disputa en la que se encuentran los EUA con China, debe verse como una ventaja para la industria mexicana, durante la primera mitad del año el comercio de mercancías entre México y los EUA sumó 308,886 millones de dólares, se ha mostrado el beneficio para nuestro mercado de la guerra comercial, ya que mantiene una tendencia positiva en sus ventas al mercado estadounidense.
Si existe en las cifras el beneficio para nuestro país la pregunta obligada es ¿qué posición debe tomar México en esta guerra comercial? La respuesta a corto y mediano plazo es sencilla: Debe jugar del lado norteamericano por las razones que nos mantienen dependientes de dicha economía, es decir, por un contexto histórico y por una cuestión geográfica que se ratifica con el Tratado de Libre Comercio y en el futuro con el T-MEC -una vez ratificado por el Congreso estadounidense y el Parlamento canadiense– que dará entrada en vigor a nuevos apartados necesarios para el comercio que lleva actualmente nuestros países en la región como el comercio digital y las empresas estatales por mencionar algunos ejemplos.
El país debe aprovechar el clima internacional para usarlo en su beneficio, derivado del clima favorable de las exportaciones mexicanas durante el primer semestre de este 2019 al mercado estadounidense, México se colocó como el primer socio comercial de los EUA.
A corto plazo, la disputa entre el presidente chino Xi Jinping y el presidente estadounidense Donald Trump, genera turbulencia en los mercados, con lo que México puede salir beneficiado si se anuncia como un mercado seguro, de manera casi natural la inversión buscará refugio en nuestro país para sustituir la pérdida de manufactura china a causa de los aranceles, buscarán incrementar la infraestructura en territorio nacional como una inversión mucho menos costosa a causa de la posición geográfica de México.
La idea anterior, genera la conclusión de que prácticamente no tendríamos que hacer nada para hacer esto una realidad, sin embargo la realidad nos atropella. El problema actual que enfrenta nuestro país es que a la vista de los empresarios e inversionistas –nacionales e internacionales- les cuesta trabajo confiar en nuestro mercado, la visión que muchas veces se tiene en materia comercial es que –México- no es confiable, de nada sirve crear contratos con empresas internacionales si de un plumazo existe la posibilidad de echarlos para atrás, tampoco el aumento al salario mínimo para el mexicano si se busca mantener por debajo de otros países de la OCDE la calidad de vida, tampoco si el gobierno toma con poca seriedad los asuntos internacionales, cuando es ahora que se muestra una y otra vez que la coyuntura internacional impacta en nuestro país y el tema comercial no es la excepción.
Leo Zuckerman en su columna “Juegos de poder”, hace referencia a la llamada “curva invertida” es uno de los indicadores que mejor predice una posible recesión. El hecho de que los inversionistas estén dispuestos a ganar tan pocos intereses en bonos de largo plazo sugiere que no están preocupados por la inflación, sino por la debilidad económica.
México por definición es una economía emergente, es decir en vías de desarrollo y crece gracias a su propio nivel de producción industrial y las exportaciones. Sin embargo, la desaceleración económica de los últimos meses por la entrada de la 4T como nueva administración en el poder y un modesto crecimiento del PIB de 0.1% generan la viabilidad de nuestro país como un mercado seguro para las inversiones.
Luis de la Calle en su columna de El Universal “Conversación en el Palacio: No soy emergente”, en una reflexión de política ficción genera una serie de recomendaciones que nuestro país debe de tomar para posicionarse durante la guerra comercial entre China y EUA y así evitar la catástrofe durante la posible recesión mundial de la economía. A saber, primero sugiere demostrarles a los mercados internacionales que México no es macroeconómicamente un mercado emergente, pues se encuentra ligado a la economía de los EUA. Dos, el país cuenta con una sólida política fiscal, una política monetaria independiente y una economía abierta bajo los tratados internacionales. Tres, porque en México se respetan los contratos (compromisos adquiridos) en materia de comercio e inversión.
La posibilidad una vez más para México de posicionarse como un actor internacional relevante y competente en materia comercial se encuentra en la idea que busquemos transmitir al exterior. Al sector empresarial y al gobierno les corresponde otorgar la visión de un país con un mercado seguro y confiable para la inversión o continuamos la tendencia actual que apunta para una desaceleración económica con consecuencias desastrosas en inversión y empleo.