La reanimación económica que empieza a observarse en América Latina y el Caribe (ALC) refleja las diferencias en los ciclos de producción entre el norte y el sur de la región. Su fortalecimiento depende, en gran medida, del avance de las reformas internas.
Después de un período de seis años de desaceleración económica que finalizó con una contracción, a partir de 2017 el crecimiento del PIB en ALC ha ido ganando vigor.
El cambio de tendencia ha sido resultado de ajustes de política económica que, en diferente grado, han realizado los distintos países, así como cierto mejoramiento de las condiciones externas.
Debe aclararse que la variación cíclica identificada en ese subcontinente obedece primordialmente al comportamiento de las principales economías de América del Sur.
Si bien ha presentado cierta moderación respecto al repunte posterior a la Gran Recesión de 2008-2009, el dinamismo económico en México, Centroamérica y el Caribe se ha mantenido relativamente estable en los años recientes.
¿Cuál ha sido la principal fuente de contraste entre el Norte y el Sur? Sin desconocer las diferencias entre las naciones dentro de ambas zonas geográficas, en términos generales puede decirse que es estructural.
El Norte se encuentra integrado a la economía de Estados Unidos más que el Sur. Además, en Sudamérica predominan las economías exportadoras de materias primas, mientras que lo contrario tiende a ocurrir en el resto del territorio.
Por su tamaño, el caso más notable del primer grupo es México, el cual concentra la mayor parte de su intercambio de bienes y servicios con su vecino del norte, su comercio exterior es principalmente manufacturero y es el importador neto de materias primas más grande de ALC.
Asimismo, aunque en diferente grado, Centroamérica y el Caribe están asociados a Estados Unidos en sus exportaciones, preponderantemente agrícolas, así como el turismo y las remesas provenientes de trabajadores en esa nación.
A su vez, los casos más conspicuos del segundo grupo están encabezados por Brasil, que es la economía más grande de ALC, e incorporan entre otros, a Argentina, Colombia, Chile, Perú y Venezuela. Con distintas intensidades, estos y otros países comparten en común el peso relativamente elevado de sus sectores agropecuario y minero en la producción, así como en el comercio exterior, el cual, en gran medida, se ha orientado a la misma región, a Europa y a Asia, especialmente, China.
Entre las posibles causas de la desaceleración del Cono Sur durante 2011-2016 sobresale el comportamiento de los precios de las materias primas en dos manifestaciones.
Por una parte, el auge de tales cotizaciones durante la mayor parte de la primera década de este siglo impulsó un crecimiento espectacular de esas economías, al tiempo que la bonanza les permitió acumular desbalances macroeconómicos, incluyendo sobreendeudamiento y déficit fiscales, así como distorsiones microeconómicas, por ejemplo, precios públicos subsidiados.
Por otra, el posterior desplome de las valoraciones de las materias primas, acentuado durante 2014 y 2015, hizo evidente la insostenibilidad de las condiciones de expansión, además de representar una merma significativa en los ingresos de exportación.
Desde ese ángulo, el debilitamiento de los años recientes parece haber sido una corrección del impresionante avance previo. Por su importancia, la languidez económica ha sido liderada por Brasil, incluyendo la recesión de 2016.
Dependiendo de la fragilidad de sus fundamentos, la adversidad externa obligó a los países a realizar ajustes en sus políticas fiscales y financieras, e iniciar la enmienda de sus distorsiones.
El proceso ha sido difícil como lo evidencia, en particular, la oposición de importantes grupos poblacionales a las medidas en Brasil y Argentina. Una excepción notable a modificar el rumbo ha sido Venezuela, país que sigue deteriorándose dentro de una severa crisis económica y humanitaria.
Además, la mejoría económica en marcha ha estado apoyada por el incremento de los precios de las materias primas, el cual ha beneficiado también a algunas jurisdicciones de Centroamérica y el Caribe. Empero, estas condiciones pueden fácilmente revertirse.
De ahí que el fortalecimiento del dinamismo del PIB en ALC radique más en la corrección de las fragilidades remanentes internas. Destacan, en particular, la trayectoria ascendente y los altos niveles en la razón de deuda pública a PIB exhibidos en muchas naciones.
Asimismo, son indispensables las reformas estructurales que faciliten la inversión para incrementar el crecimiento potencial de la región.