San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. 16 de diciembre de 2015 (Agencia Informativa Conacyt).-En diciembre de 1957, en México, solo dos meses después del lanzamiento del Sputnik I, profesores de la Escuela de Física de la Universidad de San Luis Potosí, lanzaron el primer cohete sonda mexicano para conocer las propiedades de la atmósfera: el Física I, con 8 kilogramos de peso, 1.70 metros de diámetro y dos mil 500 metros de alcance, con el objetivo de aprovechar los cohetes como vehículos para realizar investigación científica en las altas capas de la atmósfera.
“México inicia así su participación en la era espacial, sin tener ninguna prisa, sin competir con nadie, esto era un aprendizaje, un esfuerzo de la academia, no del gobierno”, comenta para la Agencia Informativa Conacyt el ingeniero Mario Arreola Santander, director de Divulgación de la Ciencia y Tecnología Espacial de la Agencia Espacial Mexicana (AEM), al término de la conferencia Del Sputnik a la Agencia Espacial Mexicana, que impartió como parte del cierre de actividades de la Expo Ingenio El Espacio, celebrada en San Cristóbal de Las Casas, Chiapas.
Cohete creado por la SCT, 1968. Créditos: AEM.En 1959 y 60, continúa Arreola Santander su recuento, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), bajo la dirección del ingeniero Walter Cross Buchanan, inicia la construcción de cohetes con combustible líquido, tomando como ejemplo la tecnología de propulsión de los cohetes alemanes de la Segunda Guerra Mundial. Los cohetes SCT-1 y SCT-2 llegan entre cuatro mil y 25 mil metros de altura, respectivamente.
En esos años, el programa Mercury de los Estados Unidos estaba en su apogeo, y pidieron a nuestro país instalar una estación rastreadora en Guaymas, Sonora, para poder captar la señal de sus naves, la cual sirvió también para los programas Gemini y Apolo de la NASA.
“En el año 62, el presidente López Mateos, un visionario, que pensaba que era necesario que nuestro país tuviera un pie en el espacio, crea la Comisión Nacional del Espacio Exterior (Conee), que es el antecedente de nuestra agencia. En el mismo año, la UNAM establece su Departamento del Espacio Exterior, pero más bien con fines astrofísicos, para estudiar la física en el sistema solar”. México continuaba, de manera muy modesta, su participación en la era espacial.
“Entre 1963 y 67, en San Luis Potosí, los físicos siguen lanzando sus cohetes sonda, desde un lugar de lanzamiento que es bautizado como Cabo Tuna… Los gringos tenían su Cabo Kennedy, y nosotros también teníamos nuestro cabo, desde donde se lanzaban cohetes hidropropulsados a baja altura, como el Olímpico I y el Zeus-1, que tuvieron un alcance de 10 mil metros”.
En 1968, para los Juegos Olímpicos de México, en los que se realizan las primeras transmisiones de televisión a color vía satélite a todo el mundo, esto fue posible gracias a dos cosas: los primeros satélites comerciales de telecomunicaciones, que ya existían, y a la Estación Terrena de Tulancingo, Guerrero, la más grande del mundo en su tiempo, con dos enormes platos parabólicos, de 32 metros de diámetro, que aún están ahí, funcionando.
“En 1970, la Universidad Autónoma de Zacatecas también realiza algunos lanzamientos de cohetes con combustible sólido; el UAZ–7 alcanza los tres mil 500 metros de altitud”.
Tecnología mexicana al espacio
Lanzamiento del cohete Filoctetes II. Créditos: AEM.Para 1972, la Universidad de San Luis Potosí realiza su último lanzamiento desde Cabo Tuna, con el cohete Filoctetes II, de dos etapas, con un mayor alcance, pero por desgracia este programa se suspendió por falta de presupuesto. Ese fue también el último año en el cual la NASA envió misiones tripuladas a la luna.
“Durante todos esos años, del 67 al 75, la Conee había presentado proyectos muy interesantes, comenta Arreola Santander, construyó cohetes, como el Mitl 1 que ascendió 50 kilómetros, lo que se denomina el espacio cercano, y el Mitl 2, que llegó hasta los 120 kilómetros de altura, por encima del límite de lo que se conoce como la línea de Kármán, que divide el espacio aéreo del espacio exterior.
“Pero desgraciadamente en 1977, gente con menos visión no supo qué hacer con la Conee y la desapareció”, asegura Arreola Santander. Para mediados de la década de los años 80, México fortalece su presencia en el espacio con el sistema de satélites Morelos I y II.
Adicionalmente, un grupo de universitarios mexicanos diseñó una serie de experimentos que se llevaron a cabo en ese mismo viaje. Otros experimentos, mucho más ambiciosos, diseñados también por científicos mexicanos, desgraciadamente nunca se realizaron debido a la explosión del transbordador Challenger.
En los años 90, estudiantes de la UNAM desarrollaron un microsatélite, el UNAMSAT B, que fue lanzado en un cohete ruso (el primero explotó junto con el cohete que lo transportaba), que hasta la fecha ha sido el único satélite construido por mexicanos que ha estado en órbita.
Para inicios de este siglo, al acabarse la vida útil de los satélites Morelos, México adquirió su segundo sistema, los satélites Solidaridad I y II, lanzados en 1993 y 94, en los cuales ya hubo algo de transferencia de tecnología, ya que científicos mexicanos se capacitaron para su operación, e inclusive participaron en el diseño de algunos componentes.
Nace la Agencia Espacial Mexicana
En junio de 2010 se aprobó, después de un debate de más de seis años en el Congreso, la ley que dio origen a la Agencia Espacial Mexicana. “La ventaja que hoy tenemos —apunta Arreola Santander— es que no fuimos creados por decreto presidencial, sino por una iniciativa ciudadana, de la academia y la sociedad civil, quienes promovieron una ley que nos dio origen, ahora somos un organismo público descentralizado, con personalidad jurídica y patrimonio propios, ya no nos pueden desaparecer así nada más”.
Actualmente, la AEM busca la articulación entre los centros de investigación, la naciente industria interesada en incursionar en el desarrollo de productos y servicios vinculados con la astronáutica e incrementar el interés de la población en general por los temas relacionados con el espacio.
Para ello cuentan con la revista de ciencia y tecnología espacial Hacia el Espacio que mes con mes publica artículos relacionados con temas de astronomía, astronáutica y la exploración espacial.