Por los resultados del comercio exterior entre Brasil y México lo único que enviamos a tierras cariocas son automóviles, pero recibimos importaciones verdeamarela de tal suerte que la balanza comercial es de 200 millones de dólares anuales, de un intercambio cercano a los siete mil millones de dólares.
Este juego de cifras se debe a que mientras Brasil fue un exportador neto de autos a México hasta samba bailaban. Cuando se firmó el acuerdo comercial entre ambas naciones en 1994, los brasileños llegaron a colocar en el mercado nacional más de 150 mil vehículos anuales, contra mil mexicanos. Era un escándalo, pero jamás, las autoridades nacionales amenazaron con aplicar aranceles o suspender el convenio bilateral como hoy intentan los brasileños.
Al paso del tiempo la industria automotriz en México afinó sus estrategias y empezaron a exportar a Brasil. La buena calidad del ensamble permitió una demanda extraordinaria, que superó en dos mil millones de dólares las ventas el año pasado. Sin embargo, las importaciones brasileñas a nuestro país apenas llegaron a los 350 millones de dólares, generando un desbalance que alarmó a la industria brasileña. Al igual que lo hizo México en su momento, Brasil debe actuar con cautela y no dejarse llevar por la pasión. Costó mucho esfuerzo hacer el acuerdo comercial y permitir que se desbarranque, sería lamentable.
Autoridades brasileñas se vistieron el uniforme nacionalista y amenazan con incorporar primero aranceles y luego suspender el acuerdo comercial. Es una exageración porque la balanza comercial está muy equilibrada, a pesar de la intensa exportación de autos a Brasil.
La actitud brasileña va mucho de la mano con el diagnóstico del ex presidente Lula Da Silva, quien es un intenso promotor del comercio e intercambio entre ambos países y ha propuesto una unión entre Pemex y Petrobras para formar una empresa fuerte, global; pero como él mismo dice, hay una desconfianza entre ambas iniciativas privadas, que impide hacer y pensar en los negocios. Para muestra la actitud brasileña.
UNA COSTUMBRE. Jamal Iglesias es ni nada más y nada menos que del “empresario” que encabeza el grupo Med Atlantic que está buscando adjudicarse Mexicana de Aviación. Este empresario es conocido por sus excéntricos regalos para hacer negocios y evitar que las autoridades realicen investigaciones más profundas sobre su pasado financiero. Así que la prisa por solucionar el conflicto de la línea aérea busca presionar a la Secretaría de Comunicaciones y Transportes de Dionisio Pérez-Jácome para que tome una decisión apresurada que le puede costar muy caro.
DIMES Y DIRETES. Entre los dimes y diretes que dejó el debate entre los precandidatos panistas, más allá de la creación de “Vicente Calderón” , derivado de un error de Ernesto Cordero, quien se convirtió en pocos minutos en trending topic número 1 en Twitter a nivel nacional, la sensación que dejó es que tanto Cordero como Creel no perdieron la oportunidad y se lanzaron con todo contra Josefina Vázquez Mota, quien en la grabación que se filtró a los medios, aseguró que no volvería a contestar ninguna provocación. Por cierto, ¿Quién de los precandidatos habrá sido el más interesado en que se dieran a conocer estas grabaciones? Mientras son peras o manzanas, la denuncia ya está en la PGR por el delito de espionaje