Las represalias que impuso México a importaciones de diversos quesos y requesón originarios de Estados Unidos prácticamente no tuvieron efecto en las cifras acumuladas en lo que va del 2018. De enero a octubre del año en curso, las importaciones de quesos y requesón provenientes de Estados Unidos sumaron 322 millones de dólares, una baja interanual de apenas 0.4 por ciento.
México implementó a partir del 5 de julio la segunda etapa de represalias contra Estados Unidos, elevando los aranceles a la importación de productos lácteos a niveles de 20 y 25% y de productos de carne de cerdo a 20 por ciento.
El impuesto mexicano a la importación de queso fresco, incluidos el lactosuero y el requesón, pasó de 15% a partir del 5 de junio a 25% desde el 5 de julio.
A su vez, la tarifa al queso rallado o en polvo pasó de 10 a 20%; la correspondiente a quesos duros y semiduros, también de 10 a 20%, y la aplicada a “otros” quesos escaló de 15 a 25%, entre la primera y la segunda fechas.
Si bien las represalias no han modificado el volumen de las exportaciones estadounidenses de estos bienes, sí han tenido un efecto recaudatorio, dado que las aduanas mexicanas cobran aranceles en las distintas tasas aplicadas, cuando antes de la medida no se cobraban impuestos a la importación.
Los resultados se han dado en un contexto en el que Estados Unidos anunció el 8 de marzo que fijaría aranceles globales de 25% a las importaciones de acero y de 10% a las de aluminio, argumentando preocupaciones de seguridad nacional, y otorgó a 34 países exenciones.
Tales beneficios los mantuvo a cambio de límites a través de cupos para los casos de Brasil, Argentina, Corea del Sur y Australia, mientras los extendió sólo hasta el 1 de junio para México, Canadá y las 28 naciones de la Unión Europea. Inicialmente, estas tarifas entraron en vigor el 23 de marzo.
En general, México impuso aranceles punitivos de entre 15 y 25% a productos de acero y algunos bienes agrícolas originarios de Estados Unidos.
Para imponer la salvaguarda, el Departamento de Comercio argumentó que Estados Unidos es el mayor importador mundial de acero y sus importaciones casi cuadruplican sus exportaciones, además de que seis hornos de oxígeno básico y cuatro hornos eléctricos han cerrado desde 2000.
China es el mayor consumidor mundial de acero y el mayor productor mundial de acero por un amplio margen, el equilibrio entre su producción nacional y su consumo ha sido un factor importante que ha influido en los precios mundiales del acero en los últimos años.