Las circunstancias económicas del país empiezan a “hacer agua” y penden de un delgado hilo, el cual se sostiene por el solo hecho de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump tiene a su economía en una fuerte tensión, lo que ha llevado al debilitamiento del dólar frente a las principales monedas de la canasta cambiaria, factor que ha evitado una devaluación y por otro lado, está la expectativa de ciertos inversionistas nacionales y extranjeros que esperan la definición de la política económica de AMLO.
Los indicadores de la catástrofe
Considerando que el tipo de cambio ya no tiene el mismo efecto como indicador económico que hace tres o cuatro décadas, cuando si se movía la paridad, las otras variables caían en cascada. Ahora hay que dar seguimiento a otros indicadores como la inflación, empleo, inversión extranjera directa y desde luego, la evaluación de las principales calificadoras, que aunque no guste, son importantes, generan preocupación y hacen encender las alarmas, como lo sintetizó en su columna de ayer en El Financiero, Raymundo Riva Palacio.
El T- MEC en riesgo
Uno de los elementos que está en la zona de preocupación y que representa una de las variables que puede sacar al país adelante o de plano hundirlo, es el del comercio exterior y el destino que pueda tener el T-MEC.
La variable del acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá puede ser determinante para las economías de los tres países, pero en particular en las de México y Estados Unidos por las implicaciones que pueda tener en la relación comercial con Asia y particularmente, con China.
Actualmente Estados Unidos está negociando en un “circo de tres pistas”. De un lado la política abusiva de Donald Trump para pretender imponer aranceles a diestra y siniestra evadiendo las reglas comerciales del TLCAN y de la OMC; en segundo lugar, que al entender la importancia de ratificar el T-MEC, busca imponer a sus opositores, los Demócratas, una serie de condicionantes y ganar otras batallas en el Congreso, como fondos para su famoso muro en la frontera con México y; en tercer lugar, está negociando con China la eliminación de aranceles con la intención de poder reorientar el comercio exterior de su país por fuera de la camisa de fuerza que para él representan las obligaciones contraídas en el acuerdo trilateral con América del Norte.
Trump y China
Nada más revelador de las intenciones de Donald Trump de mandar mensajes positivos hacia China, que lo declarado recientemente, antes de su encuentro con el líder norcoreano Kim Jong-un en Vietnam, del cual aseguró que están haciendo “un gran esfuerzo para solucionar la desnuclearización y luego convertir a Corea del Norte en una potencia económica”, y que “China, Rusia, Japón y Corea del Sur serán muy útiles” para alcanzar estas metas.
Por otra parte, las negociaciones del fin de semana pasado entre China y Estados Unidos van por muy buen camino, al grado de que ya se habla resolver las diferencias sobre temas como el trato que da China a las empresas estatales, los subsidios, las transferencias forzadas de tecnología y el robo cibernético. Por lo pronto, Donald Trump anunció que Estados Unidos retrasará la imposición de aranceles comerciales adicionales a los productos chinos, ya que estaba previsto que el 1 de marzo aumentaran los derechos de importación sobre los productos chinos del 10% al 25%.
¿Ya se arregló con China y dejó “botado” a México?
Esto significa que un posible acuerdo entre Estados Unidos y China para la eliminación de aranceles desplazaría a México en la instalación de maquilas, favoreciendo la producción de los asiáticos frente a lo que puedan tener en México.
Por otra parte, como bien lo explicó en un excelente artículo Luis de la Calle, México no puede discutir en el Congreso la aprobación hasta que no lo hagan los respectivos congresos de Estados Unidos y Canadá, porque se correría aún mayor riesgo, en caso que la mayoría morenista decida bloquearlo, y con ello, nuestro país de la pauta para que los otros dos países ya ni siquiera lo sometan a votación, o simplemente lo hagan como un simple trámite, sin que se generen los incentivos necesarios para su aprobación.
La forma en la que se está negociando el acuerdo entre China y Estados Unidos, terminará por retrasar o de plano cancelar la ratificación del T-MEC, favorecerá a los productos chinos sobre los de maquila mexicana y mantendrá la discrecionalidad arancelaria de Trump sobre el comercio entre México y Estados Unidos.
Al final de cuentas, por más bien que se ha portado la administración del presidente López Obrador con Donald Trump, parece que el presidente estadounidense ya decidió sacrificar a México, lo único que habrá que esperar es si habrá algún tipo de compensación que evite una caída drástica de la economía mexicana.