Hola, soy Patricia de Sandoval y soy tamalera. Ése es el saludo de guerra con el que la empresaria mexiquense abre cualquier conversación cara a cara o frente a un auditorio. Con esa simple frase, la emprendedora no sólo rompe el protocolo, como sucedió en la clausura de la Semana Nacional del Emprendedor 2015, frente al presidente Enrique Peña Nieto, sino también desarma a cualquier adversario que minimice su labor.
Sobre tamales, los mexicanos sabemos mucho. Es casi seguro que no haya connacional que no haya probado al menos uno, en toda su vida. Por supuesto, hay más sabores que estados en la República. Lo que diferencia a todos ellos de los 140 sabores que produce Tamalkua, la pyme familiar comandada por De Sandoval, es la buena dosis de sueños y pasión con los que los envuelve.
Suena cursi, pero no por ello deja de ser real. Durante el proceso para cocinar las 7,000 unidades con las que cubre su demanda semanal, De Sandoval le habla a la masa, a los ingredientes y al fuego que los coce: ¡vamos, chiquitos! Cuenta, a modo de anécdota, que un pedido urgente de 1,500 tamales que debía entregar a Liverpool logró cocerse en media hora, con esas palabras dulces. En su cocina, a días de convertirse en su primer Centro de Distribución de Toluca, está prohibido enojarse.
De sueños no menos reales, la emprendedora ha logrado en 10 años transformar un changarro en un negocio, y pasar de éste a una empresa que, asegura en entrevista, se prepara con procesos de inocuidad y certificaciones, para exportar a Europa y Estados Unidos.