Ricardo Lizárraga Granados emprendió hace 70 años un viaje comercial que llevó a su empresa a los más altos estándares de la calidad mundial
Si uno solo observa la taza de café que tiene sobre la mesa, seguramente no lo maravillará. Lo extraordinario, lo increíble, está más atrás… como casi 100 años atrás.
Ricardo Lizárraga Granados nació en 1926, fue el hijo menor de una familia con carencias y estudió hasta cuarto grado de primaria en el pueblo donde nació, El Verde, Concordia.
Este niño, que desde temprano comenzó a trabajar en el campo junto con su padre para llevar más comida a casa, muchos años más tarde impactaría en la vida de miles de personas y sería buscado por políticos, empresarios y los personajes más predominantes y millonarios de su época.
Porque sería él, el fundador de una empresa que hoy exporta café a tres continentes y lleva su producto hasta casi cualquier rincón de la República Mexicana: Café El Marino.
Ricardo Lizárraga Granados se marchó de su pueblo a los 14 años para trabajar en una mina con sus hermanos Enrique e Irineo, en Durango.
Cuatro años más tarde decidió cambiar las montañas por el “Pacífico sin igual…”, y llegó a Mazatlán, arropado por un tío que le ofreció el traspaso de una tienda de abarrotes, La Gaceta Comercial. Un Mazatlán que en ese entonces se parecía a él: lleno de sueños pero que todavía no prometía tanto.
Por sorpresa La Gaceta Comercial terminó en un éxito, y entonces compró otra tienda, La Paja de Oro.
Sus hermanos, que también dejaron la mina y se trasladaron a Mazatlán, pusieron una tienda de ropa llamada El Centro Mercantil, e invitaron a Ricardo a invertir su dinero junto con ellos.
Fue por esta época cuando el destino de Ricardo comenzó a oler a café. No llegó en forma de taza, sino en forma de un hombre llamado José Montes, quien al considerar cómo se desenvolvió Ricardo en los negocios lo invitó a apostarle al café… y lo convenció.
Pasarían muchos años para que el mundo conociera las 50 presentaciones y productos que hoy Café El Marino ofrece al mercado, pero por algo se empieza, y en el cruce de Avenida Ignacio Zaragoza y calle General Ernesto Damy, en el Centro de la ciudad, trabajaron sus primeros 43 kilos de café.
Era 12 de octubre de 1950. Ricardo Lizárraga Granados tenía apenas 24 años y seis años atrás había sido trabajador de una mina.
José Montes compró la casa. Ricardo, por su lado, invirtió en adecuarla para instalar el tostador. Entonces vino una interrogante: ¿cómo se llamaría la empresa? Tenía que ser algo que recordara el lugar de nacimiento, a su gente, y que al mismo tiempo conquistara el mercado local. Así que decidieron llamarla El Marino.
Café El Marino no nació con la nómina cargada de cientos de trabajadores que hoy tiene, no daba los empleos directos e indirectos que hoy da, y los dueños no tenían el parque vehicular ni la flota de camiones que hoy facilita el traslado del café. Había que hacerlo uno mismo. Así que Ricardo empezó a repartir en bicicleta y en una camioneta los barrios y las rancherías de Mazatlán para llevar su producto.
“Durando dos años no salió ni los domingos a pasear, no descansaba. Fue una etapa crucial y no debía detener el paso. Tomó por costumbre trabajar de lunes a sábado en Mazatlán, y los domingos iba a abrir plaza a otros lugares”, señala un documental de la Confederación Patronal de la República Mexicana realizó sobre la vida empresarial de Ricardo Lizárraga Granados.
Entonces vino la multiplicación y de las rancherías “brincó” a los otros municipios, primero los del sur del estado, y luego el mercado de Culiacán. Su familia se empezó a involucrar en el negocio. El éxito tenía aroma de café.
Tenía 30 años cuando se casó con Yolanda Mercado, con quien tuvo seis hijos, que han seguido fortaleciendo la empresa.
Ricardo se codeó con los grandes productores de café de aquella época, aprendió a catar el café, distinguir el café de cada región… y luego empezó a hacer sus propias mezclas mientras seguía conquistando territorios.
El siguiente paso era poner su café en Estados Unidos.
A la vez que el país más poderoso del mundo continuaba con la Guerra de Vietnam y se entretenía con escándalos políticos, las manifestaciones del movimiento hippie, y la música disco que se empezaba a reproducir por todas partes, Ricardo viajó a Chicago, acompañado de un traductor. Corría el año de 1970 cuando visitó en Estados Unidos las principales oficinas de venta de café. El resultado de ese viaje fueron más viajes y las alianzas más importantes.
Café El Marino también se sumó al auge del café soluble o café instantáneo que empezó poco tiempo después.
Fue su hijo Javier Lizárraga Mercado quien tomó la estafeta para suceder a su padre en la Dirección General, entrando así la segunda generación a dirigir la empresa.
Actualmente, bajo la dirección de los hermanos Juan Carlos y Arturo Lizárraga Mercado, Café Marino sigue fortaleciéndose.
A lo largo de los años esta empresa nacida en Mazatlán ha hecho las alianzas necesarias para continuar creciendo, bajo la política de “ganar, ganar”, se ha comprometido con el medio ambiente, se ha certificado con distintos organismos para regular aún más la calidad de su producto y se ha comprometido con sus colaboradores que han ayudado a que la empresa hoy cumpla 70 años de llevar una taza de café a la mesa de las familias.
En 2014 se informó que Café El Marino era la empresa número 16 de las 100 compañías exportadoras de Sinaloa.
Esfuerzo y constancia
La historia de este consorcio se traduce en esfuerzos y constancia, pero sobre todo de trabajo en equipo, resaltó en agosto de 2014, el Director General de Grupo Café El Marino, Javier Lizárraga Mercado, hoy Secretario de Desarrollo Económico de Sinaloa, en el Gobierno de Quirino Ordaz Coppel.
“Toda empresa, lleva detrás una historia llena de sacrificios, lo mismo pasó con esta que nació cuando mi padre, Ricardo Lizárraga, dejó de ser comerciante en abarrotes para poner un expendio de café. No fue fácil, cuando se estableció la fábrica procesadora, todos creían que era una locura poner una industria así en un lugar tan húmedo, pero nosotros creímos y lo desafiamos”, relató el empresario mazatleco en su participación como Caso de Éxito dentro del 21 Congreso del Comercio Exterior Mexicano inaugurado en el puerto, en 2014.
Con 70 años de experiencia en la industria del café, la empresa ha exportado volúmenes importantes cada año a 80 países, entre ellos Canadá, Estados Unidos y Puerto Rico, fortaleciéndose con la asociación de la empresa Sugar Foods de México creada en 2004 y establecida en el nuevo Parque Industrial de Mazatlán. al sur de la ciudad.
“Los fundadores de Café El Marino comenzaron con la filosofía de que los productos que ellos fabricaran, fundamentalmente café, siempre fueran los mejores. La empresa sólo utiliza en su proceso, granos seleccionados de café de la más alta calidad”, dijo Lizárraga Mercado.
“Mis padres y mis tíos nos enseñaron que no era posible hacer las cosas por sí solo. El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija. Por eso nos asociamos con Sugar Foods compañía con la que hemos alcanzado cifras inimaginables”.
Estando al frente de las riendas de la empresa, Javier Lizárraga Mercado recibió varias distinciones, entre ellas el Premio Nacional de Exportación 2010, otorgado por el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión, y Tecnología A.C en la Ciudad de Mérida, luego de mantener los volúmenes de exportación.
Fuente:
Netzahualcoyotl Ceballos-https://www.noroeste.com.mx/publicaciones/view/una-tradicin-con-aroma-en-los-hogares-caf-el-marino-de-mazatln-para-el-mundo-1211166