El próximo año luce poco alentador para el sector. De entrada, el gobierno federal destinó 54,374 mdp a la SCT en el presupuesto de 2020, cifra 18.3% menor respecto al presupuesto de 2019, aunque los proyectos prioritarios de López Obrador se mantienen e incluso con más recursos que en 2018, lo que podría ser de gran ayuda para la industria, claro, si hay eficiencia en la ejecución de la inversión, lo cual no ha sucedido hasta ahora. Y las perspectivas de crecimiento para la economía mexicana siguen siendo débiles.
Tras el triunfo de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones de julio de 2018, el Centro de Estudios Económicos del Sector de la Construcción (CEESCO) de la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción (CMIC) pronóstico un moderado pero positivo crecimiento tanto en la actividad económica nacional, como para el sector de la construcción en 2019. El CEESCO esperaba que la industria de la construcción registrara un crecimiento de entre 2.0% y 2.5% este año y un promedio de 3.0% en el periodo 2020-2022.
Pero su pronóstico fue más allá. El CEESCO estimó que, si el nuevo gobierno impulsaba un buen Programa de Infraestructura como parte fundamental de su plan de trabajo en los años subsecuentes, entonces las tasas de crecimiento de la actividad de la industria de la construcción podrían aumentar sustancialmente en los próximos años, alcanzando rangos del 4 al 5% promedio anual.
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También indicó que la trayectoria que tomaría la actividad productiva de la industria de la construcción el próximo año, dependería, en buena parte, de la eficiencia en la ejecución de la inversión física presupuestaria por aprobarse en el PEF 2019.
El primer pronóstico del CEESCO, de un crecimiento de entre 2.0% y 2.5% en 2019, no se cumplirá. En los primeros nueve meses del año pasado, la construcción cayó 4.9%. Y todo parece indicar que tampoco se cumplirá el pronóstico de crecimiento de 3% en 2020, ya que sin un programa contracíclico y una política industrial integral, México puede llegar a vivir una cadena de retrocesos más prolongada en materia industrial que, por cierto, entre enero y septiembre de 2019 registró una caída de 1.7% y, en lo que va del sexenio (hasta el mes de septiembre) un retroceso de 1.8%, el más bajo en los primeros 10 meses de los últimos tres sexenios.
Y gran parte de este mal resultado en 2019 se debe a la deficiencia en la ejecución de la inversión física. “Si el gobierno hubiera invertido en el segundo semestre del año los recursos aprobados para inversión en infraestructura, la industria de la construcción, que hoy está en números negros, se hubiera podido recuperar y alcanzar un crecimiento de entre 0.5 y 1%”, subraya Eduardo Ramírez Leal, presidente de la CMIC.
De nada sirvió, al menos este año, que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) anunciara el pasado 29 de julio que orientaría recursos por un monto de 485,000 millones de pesos (mdp) para la creación de infraestructura física y el consumo privados, así como que adelantaría los procesos de licitación del gobierno federal del ejercicio fiscal 2020, para apoyar a la economía a enfrentar la desaceleración de la economía mexicana, que este año se estima crecerá 0.2%, de acuerdo con la OCDE, muy alejado del 4% prometido por López Obrador en campaña.
Por cierto, solo 50,000 de los 485,000 mdp eran para acelerar la creación de proyectos de infraestructura.
Menos inversión pública en este año
Para Citibanamex, el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2020 refleja un dilema: da prioridad a programas sociales y al sector energético, pero a costa de la inversión pública y el quehacer de los organismos autónomos. En el caso de la inversión, los impactos en la industria de la construcción son ya evidentes.
Los resultados de la encuesta de Citibanamex del sector de la construcción mostraron que, en septiembre, la producción, el empleo y las horas trabajadas en construcción prolongaron la tendencia decreciente que han registrado desde mediados de 2018. Destaca la caída en la producción de 0.9% mensual, lo que implicó una disminución anual de 10.0%. En el periodo enero-septiembre de 2019, la producción disminuyó en 7% anual, la mayor caída histórica para un periodo similar. Lo anterior se debió a la contracción de 19.0% en la construcción pública –la mayor reducción en la historia desde que empieza la serie en 2006–, mientras que la construcción privada aumentó en 2.1%.
Sin embargo, los proyectos prioritarios de López Obrador: el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya, el Corredor Transístmico entre los puertos de Salina Cruz, en Oaxaca, y Coatazacolacos, en Veracruz; y la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, se mantienen e incluso con más recursos que en 2019.
Esto, sin duda, será de gran ayuda para la industria de la construcción, claro, si hay eficiencia en la ejecución de la inversión física aprobada en la Cámara de Diputados, lo cual no ha sucedido hasta ahora y, si los gobiernos federal, estatal y municipal hacen participes a las constructoras mexicanas y sus proveedores, y pagan a tiempo, algo de lo que se ha quejado la CMIC, ya que las empresas tienen que endeudarse para cumplir en tiempo y forma con las obras asignadas.
“Vemos mucha falta de eficiencia en la aplicación de recursos del Presupuesto de Egresos de la Federación. Entiendo que se están reestructurando, que es un nuevo gobierno; sin embargo, hay que señalar que ya han pasado más de 10 meses y hay desesperación en muchos industriales, no solo en la construcción, en toda la cadena productiva (cemento y concreto, acero, maquinaría y equipo, triturados, pintura, iluminación, entre otros”, sostiene Ramírez Leal, de la CMIC.
José Luis de la Cruz Gallegos, director del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), dice que en este sector hay dos elementos muy claros: el primero es el presupuesto público, es decir, al final del día, la construcción tiene una fuerte dependencia de dicho presupuesto y en 2020 habrá un recorte a la inversión física, que no es favorable para la industria, que viene de un 2019 negativo.
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“Las empresas mexicanas, sobre todo de la construcción, vienen de seis o siete años muy malos, se han visto afectadas por la falta de obra pública; en el sexenio anterior mucha de la obra que se licitó fue para compañías extranjeras, que luego subcontrataban a mexicanas, pero con costos muy bajos. El punto es que el margen de maniobra que tienen las constructoras es muy bajo y, ante la falta de obra y de pago oportuno, la capacidad financiera para sobrevivir es limitada, por eso me parece muy relevante garantizar que estos flujos de recursos que el gobierno está delineando alrededor de su infraestructura y gasto en general, lleguen rápidamente a las empresas que generan esos bienes y servicios”.
Y el segundo, añade, es la inversión privada, que empieza a recuperarse, sobre todo en la construcción de vivienda. “Habrá que ver si la desaceleración de la economía permite esa recuperación que se está dando en algunos estados. Entonces, yo creo que el sector va a seguir enfrentando desafíos y será difícil ver una recuperación en 2020”.
*Fuente: https://www.altonivel.com.mx/