sábado, abril 27, 2024
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Argentina tiene 50,000 productos varados en la Aduana

En épocas veraniegas, especialmente durante los cambios de quincena, es común ver cómo las rutas se van atestando de autos y, en cada uno de los peajes, se producen enormes embotellamientos.

Esta acumulación de turistas llega a tal punto que, en muchos casos, los concesionarios están obligados a levantar sus barreras para evitar el descontento generalizado.

Este cuadro es el que también podría aplicarse a lo que sucede en las fronteras argentinas: por el boom de consumo el ingreso de contenedores a puertos y aduanas no para de incrementarse.

El problema es que el Gobierno, en lugar de “levantar sus barreras”, está incrementando las restricciones para contener este flujo, forzando y llevando al límite la capacidad instalada a nivel logístico que hay en el país.

Electrodomésticos, textiles, autos, maquinaria agrícola, alimentos, calzado, productos farmacéuticos y un sinfin de artículos, de una muy amplia gama de rubros son los que hoy en día están padeciendo el cada vez más polémico cerrojo a las importaciones por parte del Ejecutivo.

En este contexto, diversas fuentes consultadas por iProfesional.com, confirmaron que ingresar un bien de consumo al país, en muchos casos, se ha transformado en una suerte de “misión imposible”, lo que está generando graves problemas de congestionamiento y sobrecostos para los empresarios locales, además de los ya conocidos efectos nocivos sobre el nivel de oferta, algo que termina perjudicando directamente a los consumidores argentinos.

Uno de los despachantes referentes de la actividad, con cerca de 30 años de experiencia, trazó un paralelismo: “Es como si en plena temporada, la empresa concesionaria de una ruta deje sólo una cabina habilitada. Va a haber demoras, va a haber bocinazos y muchos van a perder algo, ya sea plata o tiempo. Esto es lo que le pasa a los importadores”.

Este despachante no ocultó su malestar: “Prácticamente estoy sin trabajo. Casi todos mis clientes tienen contenedores parados y no se puede hacer ninguna gestión hasta que les salgan las licencias no automáticas (permisos) para poder nacionalizar esos productos. Incluso, con estos frenos, muchos desistieron de seguir importando hasta que se aclare el panorama”.

En concreto, su empresa cuenta en su haber con un total de 25 contenedores frenados por falta de autorización oficial.

“Hay cosas increíbles. Uno de mis clientes tiene dos embarques varados desde el mes de noviembre y otro tiene tres pendientes desde diciembre. O sea, hace casi medio año que no pueden sacar nada de la Aduana”, disparó el despachante, que sólo accedió a hablar bajo absoluto off the record para evitar futuras represalias en su actividad.

Las “cajas” se apilan
Como si fueran “Legos”, los contenedores que arriban al puerto de Buenos Aires, al no contar con el permiso oficial de manera automática, indefectiblemente se van apilando, a la espera de tener luz verde.

En diálogo con este medio, el presidente de la Cámara de Importadores, Diego Pérez Santisteban, confirmó que uno de los sectores más afectados por estas medidas es el de los artículos del hogar, dado que en la actualidad hay cerca de 300 contenedores cargados con electrodomésticos esperando autorización para ingresar al país.

Esto implica unos 180 más que los 120 que estaban varados en marzo.

En el sector estiman que ya son más de 50.000 los productos frenados en la Aduana por las restricciones aplicadas desde el Gobierno que necesita darle respiro a la industria nacional y, además, cuidar el colchón de dólares, en un año en el que se espera una fuga de divisas del orden de los u$s13.000 millones.

En concreto, en cada uno de los contenedores hay heladeras, cocinas y lavarropas, provenientes de países como Brasil, Chile, Polonia, Turquía y China.

Santiago Bozzetti, responsable de Marketing de la cadena Naldo Lombardi, que cuenta con 38 locales distribuidos en la provincia de Buenos Aires, Córdoba, San Luis y Santa Fe, confirmó que “la situación se agravó en las últimas semanas”.

De hecho, aseguró que “acabamos de enviar una comunicación a todas nuestras sucursales para avisarles que no están entrando varios productos importados y que tienen que cuidar muy bien el stock del que disponen”.

“Todo lo que sea Candy, Whirlpool, General Electric o Ariston está parado. Incluso, nos confirmaron que una de esas marcas, como hacía meses que no podía ingresar mercadería, decidió reexportar hacia otro país”, alertó.

Otro rubro que está sufriendo las consecuencias es el de la electrónica. El gerente comercial de uno de los retailers oficiales de Apple aseguró a iProfesional.com que “las notebooks y netbooks están alcanzadas por las licencias no automáticas y tenemos muchos problemas para ingresar productos al país”.

“En algunos locales tenemos stock, pero en otros ya hay escasez de modelos. Lo grave es que estas computadoras se fabrican en un solo lugar en el mundo y no compiten directamente con los modelos que se ensamblan localmente. Con esta medida están frenando el ingreso de herramientas de trabajo, no de cualquier bien de consumo”, se quejó.

¿Cómo se están arreglando las cadenas? En general, dado el récord de producción que exhibe el sector de línea blanca y electrónica en la Argentina, los comercios se ven obligados a reemplazar los productos importados por unidades de producción nacional, en la medida de lo posible. Es decir que, si bien no se puede hablar de escasez en cuanto a volúmenes, sí ya se ven problemas respecto a la variedad de oferta.

La “novela” de los autos
Las barreras del Gobierno no sólo quedan en evidencia por los contenedores frenados.

Las muestras de la vigencia del “cerrojo” también pueden visualizarse en los cientos de vehículos que todavía permanecen varados y juntando polvo en el puerto.

Si bien el Gobierno ya firmó acuerdos con seis compañías -Volkswagen, Alfa Romeo, Mercedes-Benz, Peugeot, Porsche y Fiat-, todavía hay más de 20 empresas que esperan la luz verde oficial.

En concreto, el Ejecutivo está exigiendo a las automotrices que se comprometan a compensar los dólares que destinan a la importación con exportaciones o, en su defecto, aportes irrevocables de capital.

Fuentes del Puerto de Zárate, la principal terminal donde operan las automotrices de la Argentina, aseguraron que todavía se encuentran varados más de unos 1.000 vehículos. Incluso, destacaron que hay algunas unidades que están frenadas desde principios de enero, cuando el Gobierno decidió cerrarle la puerta a los modelos que no estuviesen fabricados en el Mercosur o México.

Si bien esta cifra dista de las 5.000 unidades que llegaron a acumularse en la terminal -nivel que luego bajó por los acuerdos firmados y por los casi 1.000 autos que BMW estuvo obligado a redireccionar a Brasil-, para el puerto y las automotrices involucradas, este nivel continúa siendo un problema de difícil manejo.

Fuentes vinculadas con la operatoria logística confirmaron que “es todo muy aleatorio y genera mucho desconcierto. Un día a alguien se le ocurre demorar un expediente en Aduana y un embarque con varias decenas de autos, de golpe, tiene que quedar parado en la terminal. Incluso sucede con marcas que ya firmaron acuerdos con el Gobierno”.

Directivos vinculados con el sector confirmaron que sigue habiendo problemas en el abastecimiento de neumáticos, especialmente aquellos destinados a los vehículos de alta gama y que no se fabrican en el país. Todo esto provocó escasez, aumento de precios y, en tercer lugar, un incremento de los robos. 

Juntando polvo en los depósitos
Desde la Terminal 5 del Puerto de Buenos Aires confirmaron a iProfesional.com que “cuando vemos que un cliente nuestro va a tener problemas por el tipo de producto que trae y el origen, directamente se lo derivamos a depósitos fiscales, porque las tarifas son un 50% más baratas que las del puerto y porque así evitamos que colapse la terminal”.

En efecto: ante un contenedor que llega al país y no cuenta con el permiso para nacionalizar la carga, es decir, poder disponer de ella libremente, el importador tiene dos caminos: o la deja “juntando polvo” en el puerto o la deriva a un depósito fiscal, donde deberá mantenerla almacenada a la espera de la autorización oficial.

La diferencia está en que, mientras la primera opción tiene un valor de u$s40 por día por cada contenedor de 40 pies (los de mayor envergadura), en un depósito fiscal el valor es cercano a la mitad.

Esto está llevando a que, la congestión no se esté sintiendo tanto en los puertos sino en los galpones de almacenaje.

El directivo de una de las principales compañías de logística portuaria, que tiene uno de los más grandes depósitos de Buenos Aires, confirmó que “el nivel de ocupación es altísimo”.

“Antes, de cada 20 contenedores que entraban, en cuestión de días podían liberarse 19. Ahora, llegan 20 y la mitad quedan parados. Esto nos lleva a que no podamos tomar nuevos clientes con grandes flujos de carga”, explicó.

El empresario confirmó que “este año estamos un 20% por encima del récord histórico y obviamente todo esto está vinculado con la decisión del Gobierno de tratar de entorpecer las importaciones”.

Para el directivo, esta situación, lejos de ser positivo para el negocio, está impactando en los niveles de rentabilidad.

“Nuestra actividad se compone de dos factores: el movimiento y la estadía. Mover un contenedor produce más ingresos, porque afectás a toda una cadena que involucra al personal y camiones. Pero ahora, con la carga rotando poco, todo está más achanchado y no se usa toda la infraestructura. Para nosotros sería mucho mejor que la mercadería circule”, afirmó.

Además, aseguró que, de a poco, “nos fuimos convirtiendo en socios en las pérdidas de nuestros clientes”.

En efecto: los empresarios que cuenten con un contenedor varado desde el mes de febrero, por ejemplo, a esta altura estarían acumulando un gasto cercano a los 2.000 dólares en concepto de almacenaje.

Esta situación llevó a que muchos depósitos se vieran obligados a renegociar las tarifas.  

“Hubo que bajar los valores de la estadía para que los importadores no perdieran más rentabilidad. A aquellos clientes que tienen la mercadería frenada desde hace semanas ya les hicimos una rebaja del orden del 30% para que no les pegue tanto. Es algo inédito y que nunca antes habíamos hecho, menos en un escenario inflacionario como el actual”, se lamentó el directivo.

El empresario confirmó que el malestar de los importadores es cada vez mayor dado que el “cerrojo” del Gobierno tranquilamente les puede quitar de un momento al otro toda la rentabilidad esperada.

“Tranquilamente, un empresario que se quede con más de cuatro contenedores frenados, en unos meses puede comerse más de 40.000 pesos, sólo de sobrecostos. Esto hace inviable cualquier negocio”, disparó.

Frente a estos contratiempos que enfrentan los importadores, Santisteban sostuvo que “esta no es una política industrial sustentable. Es una situación derivada de una lectura mucho más crítica que el Gobierno hace de la realidad. Para nosotros ni la caída del superávit comercial, ni el nivel de dólares, ni la pérdida de competitividad justifican semejantes restricciones. Me parecen decisiones exageradas para el tipo de efectos que se buscan combatir”.

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Cortesía de Investing.com

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