sábado, mayo 11, 2024
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Dan tendencias de IED en América Latina y el Caribe

La región está en una difícil coyuntura debido a la disminución de entradas de inversión extranjera directa en 7.9% en 2016, a 167.043 millones de dólares, una caída acumulada del 17.0% respecto al nivel máximo de 2011.

En el documento informativo La Inversión Extranjera Directa en América Latina y el Caribe 2017, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) presenta y analiza las principales tendencias de la inversión extranjera directa (IED) en los países de América Latina y el Caribe y muestra a la región en una difícil coyuntura porque las entradas de IED disminuyeron un 7.9% en 2016, a 167.043 millones de dólares, cifra que representa una caída acumulada del 17.0% respecto al nivel máximo de 2011. 

“La caída de los precios de las materias primas continúa afectando a las inversiones que buscan recursos naturales, el lento crecimiento de la actividad económica en varias economías ha frenado la llegada de capitales en búsqueda de mercados y el escenario global de sofisticación tecnológica y expansión de la economía digital tiende a una concentración de las inversiones transnacionales en las economías desarrolladas”.

Continúa: La visión sobre la globalización y sus efectos económicos y sociales alcanzó un punto de inflexión en 2016. Las economías desarrolladas han mostrado una mayor preocupación por la localización nacional de la producción que, junto a la acelerada transición tecnológica y la intensificación de las presiones competitivas, impulsan una reestructuración del universo empresarial hacia mercados más concentrados en actividades con un alto componente tecnológico.

CEPAL señala que en 2016 los flujos mundiales de IED fueron de 1.7 billones de dólares, un valor mayor que el que se llegara a alcanzar en cualquier año del período comprendido entre 2008 y 2014. Sin embargo, esa cifra implica una disminución del 2% respecto a 2015. Las economías desarrolladas retomaron el protagonismo y recibieron el 59% de los flujos de IED (que aumentaron un 5%), mientras que las economías en desarrollo recibieron el 37% del total de la IED (que disminuyó un 14%). 

Reporta que todas las subregiones en desarrollo recibieron menos inversiones, con caídas del 15% en Asia y del 3% en África. Y que las fusiones y adquisiciones transfronterizas tuvieron un papel relevante y se concentraron en las economías desarrolladas, impulsadas por la elevada liquidez internacional y por dinámicas sectoriales que llevaron a operaciones de gran envergadura. Por otra parte, con un aumento sostenido de sus inversiones en el exterior y en particular de las adquisiciones en la Unión Europea y los Estados Unidos; China fue el segundo origen de IED mundial (tras los Estados Unidos). 

No obstante y pese a la recesión, Brasil se mantuvo como el principal receptor (47% del total) y las inversiones aumentaron 5.7%, aunque no por ingresos de nuevo capital, sino por un aumento de los préstamos entre transnacionales. México no logró sostener el dinamismo de años previos y la IED cayó 7.9%, aunque se mantuvo en niveles históricos elevados y fue el segundo país receptor (19% del total). Las entradas en Colombia crecieron 15.9% y se posicionó como la tercera economía con mayores ingresos (8% del total). 

“Una importante adquisición en el sector energético y mayores inversiones en servicios explicaron el resultado, si bien aún no ha alcanzado los niveles del auge de precios de las materias primas. Excepto en el Paraguay, en el resto de los países de América del Sur ingresaron menos inversiones. Chile fue el cuarto país receptor de la región a pesar de haber caído 40.3%. En Centroamérica, Panamá concentró el 44% de las entradas de la subregión y completó el cuarto año consecutivo de aumento (creció 15.9%) mientras que Costa Rica recibió el 27% y aumentó levemente (1.1%). En el Caribe, la República Dominicana recibió el 49% de la IED de la subregión y las entradas crecieron un 9.2%, mientras que Jamaica se ubicó en segundo lugar con el 16% y una caída del 14.5%”. 

Mientras que las nuevas inversiones anunciadas se concentraron en las energías renovables, las telecomunicaciones y la industria automotriz, sectores en los que la región participó con el 17%, el 21% y el 20% de lo anunciado para el mundo, respectivamente. Por otra parte, por segundo año consecutivo las energías renovables fueron el sector principal; estas recibieron el 18% del total anunciado: un tercio de esas inversiones se dirigió a Chile y otro tercio, a México. 

En este sentido, la CEPAL concluye que los países inversionistas no se han diversificado: El 73% del total de la IED ingresó desde los Estados Unidos (20%) y la Unión Europea (53%). El 12% provino de los Países Bajos y 8% desde Luxemburgo; dadas las ventajas fiscales que ofrecen ambos orígenes, son utilizados por las transnacionales de otros países para realizar operaciones, por lo que no está claro cuál es el origen mediato de estos fondos. Desde España ingresó el 8%, de Canadá y del Reino Unido el 5% cada uno; de Alemania, Italia y Francia, el 4% cada uno; desde Japón 3%. 

China, que ha aumentado de forma marcada su IED en el exterior, figura en las estadísticas oficiales únicamente con el 1,1% de las entradas en la región. Este dato subestima la presencia de capitales chinos en los países de América Latina y el Caribe y, de hecho, si se observa el valor de las fusiones y adquisiciones en 2016; China fue el cuarto origen de la inversión en la región tras los Estados Unidos, la Unión Europea y el Canadá. Dadas las grandes operaciones que ha realizado en el primer semestre de 2017, es de esperar que esta participación aumente el próximo año.

Sector automotriz 
El documento también retoma el sector automotor y el proceso de transformación que está atravesando para convertirse en un catalizador e impulsor de grandes cambios tecnológicos y productivos: A pesar de que los fabricantes de vehículos han liderado este proceso por muchas décadas, en el período reciente los proveedores de partes, piezas y componentes comienzan a adquirir una relevancia cada vez mayor en la cadena productiva, impulsando el desarrollo tecnológico.

En cuanto a producción, comienzan a aparecer nuevas plataformas que permiten combinar una gran escala de fabricación con crecientes niveles de flexibilidad. En los próximos años, los principales fabricantes concentrarán gran parte de su producción global en un número muy reducido de nuevas plataformas modulares, focalizándose cada vez más en sus áreas de especialización y dándoles espacios crecientes de responsabilidad a sus proveedores. 

“De hecho, los fabricantes están atrapados en una dinámica de exclusión (crowding-out) por la que requieren más y mejores prestaciones, con un alto contenido de innovación y tecnología, para mantener su posición en el mercado. Esta dinámica obliga a las empresas de la cadena productiva a incrementar los recursos destinados a la investigación, el desarrollo y la innovación. De hecho, 5 de las primeras 20 empresas que más invierten en I+D del mundo son del sector automotor”, se acota.

Mientras que los fabricantes de vehículos invierten, en promedio, cerca del 5% de sus ventas en I+D, los proveedores de partes, piezas y componentes tienen una intensidad de I+D cercana al 10%. Las empresas proveedoras procuran satisfacer de este modo la exigente demanda de los fabricantes y así darle sostenibilidad a los contratos suscritos entre ellos. A pesar de los buenos resultados registrados por la industria automotriz en el período posterior a la crisis financiera internacional de 2008, en la actualidad enfrenta nuevos desafíos potencialmente disruptivos que podrían suponer una profunda modificación de la estructura del sector en el futuro cercano. 

Y acota que existen al menos tres grandes tendencias que determinarán la dinámica de esta industria en los próximos años: la convergencia con la economía digital, los cambios en el concepto de movilidad y en los patrones de consumo y las exigencias regulatorias en el ámbito de la seguridad, el medioambiente y la eficiencia energética. “Frente a estos cambios, el mercado ampliado de la industria automotriz cambiará de manera significativa. Entre 2015 y 2030, se estima que la venta de vehículos caerá del 50% al 28% y, al mismo tiempo, se prevé que los servicios de movilidad compartida crezcan del 0% al 20%”. 

En tanto que los proveedores tradicionales verán disminuir su participación de mercado del 10% al 3%, mientras que en el mismo período la participación de los proveedores de nuevas tecnologías, electrónica y software incrementará del 1% al 10%. 

Se refiere que América del Norte sigue siendo uno de los tres focos principales de la industria mundial, en las últimas décadas ha perdido relevancia. Entre los países miembros del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), no obstante, México ha cobrado importancia: acoge un intenso proceso de inversión y se ha transformado en uno de los principales proveedores de los Estados Unidos, el segundo mercado automotriz del planeta.

“En la actualidad, la industria automotriz mexicana aporta más del 3% del producto interno bruto (PIB) y el 18% del PIB manufacturero del país, logra un superávit comercial superior a los 52 mil millones de dólares al año, cuenta con una inversión extranjera directa acumulada de más de 51 mil 200 millones de dólares (11% del total) y es responsable de unos 900 mil 000 empleos directos. Hoy en día, el 80% de la producción automotriz de México está destinada al mercado de exportación, y un 86% de estas exportaciones tienen como destino el Canadá y los Estados Unidos. Así, México se ha convertido en el séptimo productor mundial y el cuarto exportador de vehículos del mundo.

“En los últimos años, particularmente tras la crisis financiera internacional, México ha acelerado su proceso de transformación, pasando de ser una plataforma de bajo costo para el ensamblaje de vehículos de consumo masivo a una cadena productiva mejor integrada y más diversificada en términos de productos y sofisticación tecnológica. Esto último permitiría esperar una densificación del tejido productivo de mayor contenido tecnológico, lo que fortalecería la posición de México en una industria sometida a fuertes presiones derivadas de las nuevas tendencias, que tienen un alto potencial desestabilizador. 

“Las perspectivas de futuro de la industria automotriz mexicana dependerán de, al menos, dos conjuntos de factores independientes. Por un lado, la transformación impulsada por la revolución tecnológica que está experimentando la industria automotriz global, los cambios del concepto de movilidad y de los patrones de consumo y la presión regulatoria en torno a la seguridad, el medio ambiente y la eficiencia energética”, indica el informe.

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Cortesía de Investing.com

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