sábado, abril 27, 2024
InicioComercio Exterior y AduanasEl 11-S, detonante del alejamiento entre EE.UU. y América Latina

El 11-S, detonante del alejamiento entre EE.UU. y América Latina

Si las relaciones entre Estados Unidos y América Latina nunca fueron sencillas, desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 experimentaron un nuevo grado de complicación, con un creciente distanciamiento entre un Washington que adoptó como lema el “conmigo o contra mí” y una región que, en medio de drásticos cambios políticos y económicos, descubrió que quizás ya no necesitaba tanto esa asociación con el poderoso vecino del norte.

El 11-S dio al traste con las buenas intenciones del gobierno de George W. Bush de desarrollar una “relación especial” con América Latina en general y México en particular, según Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, prestigioso centro de pensamiento de Washington centrado en las políticas hacia la región.

“Los ataques tuvieron un enorme impacto negativo en las relaciones entre Estados Unidos y América Latina (…) el alejamiento de Washington de la región, que ya había comenzado en los años finales de Clinton, se hizo más pronunciado aún tras el 11-S”, aseveró.

Una de las razones, dijo a la agencia dpa, fue que Estados Unidos “se vio totalmente distraído y centrado en Afganistán e Irak”, si bien “la causa principal del deterioro de las relaciones interamericanas fue cómo la mayor parte de América Latina reaccionó a las políticas unilaterales y arrogantes para afrontar la amenaza terrorista”.

“Con la llegada de Bush se posiciona en la alta burocracia (política) un grupo de neoconservadores” para los que, el 11-S permitió “detonar una lógica de una política exterior mucho más de hegemonía preponderante”, coincidió el presidente electo de la Asociación Mexicana de Estudios Internacionales, Jorge A. Schiavon.

Un ejemplo del malestar que provocó esta estrategia en la región fue el discurso del entonces presidente brasileño, Fernando Henrique Cardoso, ante la Asamblea Nacional de Francia apenas un mes después del 11-S, recién comenzada la ofensiva estadounidense en Afganistán.

“La barbarie no es solamente la cobardía del terrorismo, sino también la intolerancia o la imposición de políticas unilaterales en escala planetaria”, dijo para profundo disgusto de Washington.

Situación que no hizo más que empeorar cuando, tres años más tarde, Estados Unidos inició la guerra de Irak frente al rechazo regional no sólo de tradicionales ejecutivos antagonistas de Washington como el venezolano de Hugo Chávez, que jamás perdonó a Bush su reconocimiento al gobierno de Pedro Carmona tras el golpe que un año antes había intentado acabar con su mandato.

También generó la oposición incluso de fuertes aliados en el pasado como México o Chile, que se atrevieron a negarle su apoyo en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para seguir adelante con una invasión que Washington acabó ordenando de todos modos.

Apenas los países centroamericanos accedieron a participar en lo que Bush llamaría la “coalición de los dispuestos”, mientras que el rechazo de países como México llevó al gobierno de Bush incluso a suspender ese año 2003 los festejos por el Cinco de Mayo, un símbolo de la fuerte relación bilateral.

Y es que “la política militar tocó un nervio en una región especialmente sensible a acciones preventivas como las que Estados Unidos aplicó en Irak”, señaló Shifter, para quien esta guerra “evocó dolorosas memorias históricas para muchos en la región”.

“El principal problema fueron las políticas globales de Bush tras el 11-S, no tanto lo que hizo o dejó de hacer en América Latina”, subrayó. A la par, la región estaba experimentando una profunda transformación.

En la última década, América Latina no sólo ha sufrido un importante salto económico cuyos resultados quedaron patentes cuando se convirtió en una de las regiones del mundo que mejor sortearon la crisis global iniciada a finales de 2008.

Además, la progresiva llegada al poder de políticos de izquierda comenzada con Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y continuada con Evo Morales en Bolivia o Rafael Correa en Ecuador, entre otros, provocó un drástico cambio en el panorama político de una región que no tardó en cuestionarse las relaciones con Estados Unidos y crear sus propios foros políticos, como Unasur y hasta el ALBA de Chávez, o reforzar existentes como el económico Mercosur.

Cierto es que Washington mantuvo estos años relaciones con la mayor parte de los países, pero basadas sobre todo en una “securitización de la agenda”, según Schiavon, como la Iniciativa Mérida con México, o siguiendo intereses económicos, en el caso de los tratados de libre comercio negociados esos años.

La llegada de Barack Obama a la Casa Blanca en 2009 provocó un nuevo momento de entusiasmo en la región, sobre todo cuando el nuevo presidente prometió una relación de “iguales” al hemisferio.

Aunque sin descuidar el aspecto de la seguridad, central para un país que todavía no ha superado el trauma del 11-S, el gobierno de Obama también lanzó nuevas iniciativas en materia de cooperación energética o de innovación tecnológica con varios países latinoamericanos.

Sin embargo, los profundos problemas económicos del país y las guerras heredadas de la era Bush, además de acontecimientos imprevistos como la “primavera árabe”, ha provocado que América Latina vuelva a pasar a un segundo plano en esta supuesta nueva era.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

spot_img
spot_img
Cortesía de Investing.com

PRÓXIMOS EVENTOS

¡No hay eventos!