lunes, mayo 6, 2024
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El FMI elogia la prudencia económica de México





La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, aprovechó este jueves su discurso de presentación de las revisiones primaverales de los dos mayores evaluadores de la economía global –FMI y Banco Mundial– para piropear la solidez de los fundamentos macroeconómicos de México.
 
En un entorno de crecimiento frágil y volatilidad financiera, las grandes cifras mexicanas mejoran la media latinoamericana en casi todos los apartados que revisa periódicamente el Fondo, lo que le ha valido para renovar por séptimo año consecutivo los 3.700 millones de dólares de llamada línea de crédito flexible, un colchón de seguridad para amortiguar posibles caídas.
 
“México es uno de los buenos ejemplos en cómo usar un instrumento preventivo como estrategia interna acertada para mantener los objetivos de su política macroeconómica”, destacó Lagarde en su conferencia. El Gobierno panista de Felipe Calderón solicitó este mecanismo de protección en 2009, en pleno estallido de la Gran Recesión, ante el derrape del PIB del 4,7%. Desde entonces, México se ha ido recuperando –y mantenido el salvavidas del Fondo pese a que nunca ha necesitado activarlo– hasta consolidarse como uno de los jugadores más sólidos del tablero latinoamericano.
 
A pesar del nuevo recorte en el crecimiento estimado para el año que viene y aún lejos de las optimistas previsiones con las que se presentó hace cuatro años el Gobierno de Enrique Peña Nieto, el ritmo de México –2,6%– supera a sus competidores regionales, Brasil y Argentina sumidos en sendas recesiones. El mayor avance se registra en el apartado del déficit fiscal, la diferencia entre ingresos y gastos del Estado. El desfase se ensanchó hasta el 5,1% en 2009. Desde entonces México ha logrado reducirlo casi a la mitad, según los cálculos del FMI. Muy por debajo del 4,4% de media en la región. El Banco de México mantiene además atada en corto a la inflación y el impacto de la caída del petróleo parece suficientemente amortiguado por las coberturas financieras –una especie de seguros que cubren las abruptas caídas del precio– y los dos recortes consecutivos en el gasto.
 
Tantas precauciones no han logrado sin embargo amarrar del todo la deuda pública, la partida menos equilibrada. En los últimos cinco años ha subido del 42% del PIB al 51%. Las previsiones del fondo son en todo caso optimistas. “La deuda pública bajará y le economía crecerá. Las condiciones macroeconómicas no son un motivo de inquietud”, subrayó esta semana el director de asuntos fiscales del FMI, Vitor Gaspar. La carga de la deuda se verá además paradójicamente aliviada por la caída del peso sobre el dólar. En una jugada de carambola, el Banco de México obtuvo el año pasado jugosos beneficios gracias a las subastas de dólares inyectados para intentar equilibrar la balanza. Más de 13.000 millones de dólares se destinarán a pagar deuda.
 
“Se prevé que México siga recuperándose, gracias a la vigorosa demanda interna privada y los efectos de contagio de la fortaleza económica de Estados Unidos. La depreciación del peso y el abaratamiento de los precios de la electricidad debieran estimular la producción de manufacturas y las exportaciones”, apuntó por su parte en un reciente informe el economista jefe del FMI para América Latina, Alejandro Werner.
 
La otra cara de los solventes resultados macroeconómicos es la radiografía de la economía real. Es decir, la traslación de los grandes números a las familias y las empresas. La competitividad de la industria manufacturera mexicana, por ejemplo, está volcada en la ventaja logística por la cercanía con EE UU y los bajos salarios. En la última década los sueldos en las fábricas mexicanas de coches aumentaron apenas un 10%. En China, la gran fábrica del mundo, se elevaron por encima del 15% según un informe del think tank CIDAC, alimentando incluso la llegada de manufacturas chinas al país. México está entre las 30 economías con una mayor brecha de desigualdad según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, por delante de países como Nigeria o el Congo. Los ingresos del 10% de las familias con mayor remuneración en el país, son 21 veces más altos del 10% más pobre según el instituto de estadística Inegi. El salario mínimo no cubre las necesidades básicas y cae por debajo del umbral de la pobreza, en la que se encuentra casi la mitad de la población. En los últimos dos años el número de pobres ha aumentado en dos millones.


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