El emprendimiento y la innovación en los países de América Latina dejaron de ser moda para convertirse en una realidad. Aunque no es suficiente tener una buena idea, el nacimiento de nuevas compañías se ha potenciado porque hay mayor acceso al financiamiento y se ha reducido la burocracia para montar una empresa.
De acuerdo con el informe del Estudio Global Entrepreneurship Monitor (GEM), realizado en 2012, los países de América Latina mostraron una Tasa de Actividad Emprendedora (tae) de 17%, cifra superior a la de Estados Unidos (13%), la Unión Europea (8%) y Asia y el Pacífico Sur (10%), África del Norte y Oriente Medio (8%).
A decir del documento, prácticamente uno de cada tres trabajadores en la región es autónomo o un pequeño empleador y contrariamente a lo que se cree popularmente, la proporción de empresas registradas formalmente también es comparativamente grande.
Para prosperar, estos emprendedores requieren de un ambiente económico e institucional favorable que acentúe los resultados esperados de sus ideas innovadoras. Fortalecer el capital humano, alentar la competencia y mejorar los derechos de propiedad intelectual también pueden ayudar a inclinar la balanza.
El informe GEM señala que los emprendedores transformacionales serán “cruciales” en este esfuerzo. Aunque no existe un número ideal de estos para una sociedad, el hecho es que el futuro de América Latina dependerá de contar con muchos más.
Proactividad, compromiso, motivación, capacidad de sacrificio e ilusión son quizás las características que más utilizan especialistas al momento de describir a un emprendedor. Lo cierto es que no siempre se nace con las aptitudes para ser un líder nato, pues cualquiera puede aprenderlo si encuentra la motivación adecuada.
La comunicación y la honestidad son esenciales. Dejar claro todo, inclusive la cantidad de dinero que aportará cada socio, y saber que al montar un negocio es caminar sobre un terreno incierto, que muchas veces obliga a pensar sólo hacia adelante y no hacia adentro.
Por lo cual resulta primordial que existan fundaciones como Endeavor, dedicada a identificar y apoyar a emprendedores de alto impacto a nivel mundial en los 23 países y las 46 ciudades donde opera; o como el organismo Young Americas Business Trust (YABT), que junto con la Secretaría General de la Organización de los Estados Americanos (OEA) promueve el desarrollo social y económico entre los jóvenes alrededor del mundo.
Comenzar una nueva empresa es una alternativa para muchos jóvenes como nunca lo había sido antes. A su vez, ha crecido la disponibilidad de financiamiento de riesgo, esencialmente privado, aunque también desde algunas iniciativas de los gobiernos. Pero hace falta más en una región que todavía tiene que generar más empleo, mejorar la competitividad y productividad, y ofrecer un ambiente de oportunidades para cualquiera que quiera emprender.
