Productores de miel de Quintana Roo se quejaron de la plantación de soya y maíz transgénica, destinada a surtir a la hidrogenadora de Yucatán y a empresas yucatecas productoras de cerdo y pollo.
Rubén Darío Parra director de Apicultores Mayas de Maní señaló que aun cuando las autoridades federales y estatales de Quintana Roo y Yucatán afirman que en la Península no hay siembra de transgénicos la realidad es otra, pues en octubre pasado detectaron en Alemania miel contaminada con ese tipo de productos, lo cual los perjudicó porque les retabularon el precio.
El problema, explicó, radica que como la miel de Yucatán, como está denominada la producción peninsular, presenta residuos de polen transgénico ya no entrará como producto orgánico, sino de industria con un costo mucho menor que les hace perder a los productores fuertes cantidades de dinero.
Darío Parra expuso que su agrupación tiene a 140 productores y es la única que exporta directamente el producto a la Unión Europea, ya que todos los demás apicultores de la zona de Quintana Roo venden su producto a empresas yucatecas que exportan el producto.
En el caso de la contaminación resaltó que la miel al ser afectada por productos transgénicos disminuye su valor, porque en Europa se busca adquirir el dulce orgánico.
Muchas veces, dijo, los embarques de miel se mandan a Europa como orgánica, pero al llegar allá y ser analizada se detecta la contaminación por lo cual ya no se paga al mismo precio, lo cual representa pérdidas por contendor de 9 mil dólares.
Rubén Darío Parra agregó que con la introducción de siembra de transgénicos los más perjudicados serán los apicultores, al perder el valor de su producto y al disminuir sus utilidades.
A pesar de todas esas situaciones, en el país ha ido aumentando los permisos para la siembra transgénica, pues en el 2011 se autorizaron 250 mil hectáreas y en el 2012 ascendió a un millón de hectáreas.
Quintana Roo no queda exento de eso, ya que según datos oficiales en la entidad se sembrarían tres mil hectáreas de soya transgénica, lo cual pondría en riesgo la producción de miel 100 por ciento orgánica.
