El surgimiento de la Covid trajo consigo diversas afectaciones en el ámbito económico. Una de ellas se relaciona con la operación de las cadenas de suministro.
Desde hace siete décadas, la producción industrial se organizó en torno de la idea del just in time, es decir, del abastecimiento oportuno de materias primas y componentes para la fabricación, que permite reducir inventarios y requiere de un alto grado de coordinación entre los eslabones de la cadena de valor.
La globalización económica es el resultado de dicho proceso. Los últimos 40 años atestiguaron innumerables negociaciones comerciales internacionales, que dieron lugar a un esquema de organización de la producción, que permitió distribuir la elaboración de los diversos componentes de todo tipo de productos entre diversos países y regiones.
Para el funcionamiento eficiente de este esquema, se requirió de sistemas de comunicación y transporte oportunos, suficientes y económicos.
La pandemia rompió este esquema. El cierre de fábricas en diversos países, cambios súbitos en la demanda de ciertos productos y la suspensión de operaciones logísticas en algunos países, produjo problemas de coordinación en el abasto y el transporte.
En particular, el transporte marítimo contenerizado, ha sido uno de los más afectados y es el que mejor ejemplifica la magnitud del problema.
Hasta antes de la pandemia, el costo promedio de traslado de un contenedor, de China a la costa oeste de los EUA, era de alrededor de 2,500 dólares. Hacia finales de 2021 y, a partir de la guerra entre Rusia y Ucrania, el costo de elevó a más de 15,000 dólares.
Si, como indica The Economist, el costo promedio de las mercancías transportadas en contenedor en esa ruta es de 50,000 dólares, ello significa que el costo de transporte en el tramo marítimo se elevó de representar 5 por ciento del valor de mercancía, a 30 por ciento.
Evidentemente, una elevación de tal magnitud termina por repercutir en el precio final de los bienes.
Además de la elevación del costo de transporte, las empresas enfrentan una elevación de costos, porque la carencia de suministro de insumos y componentes las obliga a crear inventarios adicionales, so pena de quedarse sin suministro para continuar sus operaciones.
El panorama no es halagüeño. A diferencia de otras crisis de transporte marítimo, en que las empresas reaccionaban expandiendo su capacidad (lo que posteriormente las llevaba a guerras de precios), la consolidación de la industria alrededor de 7 grandes líneas de transporte y 3 alianzas entre ellas implica que habrá una mayor racionalización de la capacidad instalada.
Para los próximos años, se espera que la flota naviera se expanda a una tasa de crecimiento inferior que la mostrada años atrás. A ello contribuye la incertidumbre respecto de estándares ambientales para los navíos, que ha ocasionado una actitud más cautelosa de parte de las empresas de transporte.
Ante la realidad de un transporte marítimo más caro y la pérdida de confianza respecto de la proveeduría proveniente de ciertos países, en las economías desarrolladas se habla de una relocalización de la producción.
Países como México, cercanos a grandes potencias industriales, tienen ante sí la inmensa oportunidad de atraer inversiones, que buscan mayor seguridad en la proveeduría de empresas matrices y clientes, ubicados en nuestro caso en los EUA, y reducir los costos y tiempos de transporte.
Desafortunadamente, nuestro país pierde competitividad y cada día es menos atractivo. Retrasos en el desarrollo de infraestructura, incertidumbre en la generación y costo de la energía eléctrica y la debilidad manifiesta de nuestro estado de derecho, no son las mejores señales para atraer a los inversionistas.
Probablemente estamos ante el último llamado para subirnos al tren del desarrollo. Necesitamos dejar la división y alejar el oportunismo político, para centrarnos en la construcción de un modelo económico de progreso e inclusión.
Fuente:
Javier Núñez Melgoza-https://transporte.mx/es-la-crisis-de-los-contenedores-la-oportunidad-que-mexico-esperaba/