El estancamiento económico levantó una ola proteccionista que empieza a enrarecer las negociaciones comerciales globales, advierte Karl Schwab, fundador del Foro Económico Mundial (WEF por sus siglas en inglés).
Señala que en el largo plazo todos perderán. No en vano se dedica desde 1971 a promover una economía global en la que todos ganan.
“Estoy muy preocupado”, afirma Schwab, de 74 años, entrevistado en Puerto Vallarta, donde se celebra hasta el miércoles la versión latinoamericana del Foro Económico Mundial. “El proteccionismo en ciertos terrenos llevará tal vez a mejorar la situación de un país dado, pero globalmente tendrá definitivamente un efecto negativo”.
El mundo crecerá menos que en los últimos años, -2.5%, según los cálculos más optimistas-debido a la crisis europea y al crecimiento lento en Estados Unidos. La consecuencia será que los países industrializados tendrán mayor desempleo y deberán reducir sus servicios sociales. Las naciones en desarrollo tendrán menor capacidad para sacar a su población de la pobreza. Las consecuencias son claras.
“Veremos presiones del electorado y las poblaciones para ser más egoístas e incrementar el proteccionismo“, explica Schwab. “La duda, por tanto, es si queremos tener ventaja de corto plazo pero si hacemos así, todos los países tendrán que pagar su precio en el largo plazo”.
Schwab corrió un maratón hace tres semanas y mantiene la claridad analítica que le llevó a inventar hace cuatro décadas el concepto de “stakeholder”, la idea de que en la empresa los clientes, los proveedores, los empleados son tan importantes como los accionistas. Esa idea le llevó a sentar a todos los actores a discutir el estado del mundo en Davos. Hoy su ranking de competitividad, los encuentros anuales y los conceptos que emanan de estas reuniones marcan la agenda de muchos países.
El ejemplo de Alemania
Schwab considera que “México lo ha hecho razonablemente frente a los retos tremendos que ha enfrentado”. La guerra de las drogas, la recesión económica y el surgimiento de China y los países del sureste asiático como potencias manufactureras frenó muchos impulsos. “Considerando esto, lo ha hecho relativamente bien. En el reporte de competitividad de Davos puntúa en el medio, y ganó ocho posiciones en el último año, eso es muy buena señal”.
Schwab piensa que México debe mirar más a las “relaciones sur-sur”, en inversión y comercio. Por ejemplo, con China, que tendrá en 2025 a 800 millones de personas de clase media, que se convertirán en consumidores. “Aunque gran parte del consumo será servido por su propia industria china, en términos de algunos productos y servicios es una gran oportunidad (para las empresas mexicanas)”, dice Schwab.
“Lo que veo también como necesidad para México es desarrollar su industria de tamaño medio”, dice Schwab. Su ejemplo es Alemania, que hoy es un modelo de estabilidad económica en mercados muy competitivos. “Su mayor fortaleza viene de dos elementos, el primero es la fortaleza de su industria media y pequeña y segundo, su énfasis en educación no sólo en términos de universidades, sino de profesional, educación profesional, y eso tiene algo que enseñar a un país como México”.
.
