Cada vez es más frecuente enterarnos de que una cierta empresa “se certificó” (simplemente así nos dicen). Su director cuelga en una de las paredes de su oficina la constancia respectiva. Los trabajadores lucen pomposamente en su uniforme el logotipo de la compañía certificadora.
Pero ¿en qué consiste una certificación ? ¿ Es algo realmente útil, o tan sólo sirve a las empresas como herramienta publicitaria ?
Es indudable que el mundo actual está cada vez más globalizado (interrelacionado) en muchos aspectos. Por ejemplo, a nivel de información y gracias a la tecnología, los medios de comunicación y las llamadas “redes sociales”, en tan sólo unos minutos podemos enterarnos de algo que sucedió en algún otro lugar, a miles de kilómetros de distancia.
En el ámbito económico, hay cada vez más sectores industriales que fabrican bienes con insumos producidos en otras partes del mundo. Un claro ejemplo son las industrias automotriz y electrónica.
Entonces, si un cierto mecanismo se va a ensamblar con componentes producidos por varios fabricantes, que pueden estar o no en un mismo país, ¿cómo lograr que todos esos componentes cumplan con las especificaciones requeridas para que el mecanismo funcione conforme a lo previsto ?
La forma más segura es haciendo que cada uno de los procesos que se siguen para la fabricación de cada componente se realice siempre conforme a lineamientos preestablecidos; esto es, que cada proceso se estandarice.
Ante la alta demanda de bienes que se registró después de la Segunda Guerra Mundial (1939 – 1945), en 1947 se creó en Europa un organismo internacional denominado “International Organization for Standardization”, el cual decidió utilizar las letras ISO, no sólo para abreviar su nombre, sino también para identificar las normas que emitiera.
A la fecha, ISO ha emitido más de 19,500 normas en diversos sectores de bienes, servicios y administración.
Hay otros organismos que también han emitido normas, al igual que muchos países. Las normas que emite el gobierno mexicano se identifican con las siglas NMX.
Una norma es una descripción detallada de un procedimiento, la cual nos permite estandarizar (uniformizar) el proceso que debe seguirse para la fabricación de un producto, o para la prestación de un servicio; o bien, para llevar a cabo un proceso administrativo.
Así pues, es importante notar que la certificación se otorga para cada proceso en particular y no a la empresa como tal.
Pero entonces, ¿ la certificación de procesos está al alcance tan sólo de las grandes corporaciones ? ¿ de qué manera ayuda a una pequeña o mediana empresa ?
Al tener documentados (paso a paso) sus procesos, una empresa, sin importar su tamaño o giro de actividad, garantiza siempre la misma calidad, tiempo y costo de sus productos o servicios, lo cual es valorado por los clientes. Pero al mismo tiempo, está preparada para cuando se incorporan nuevos empleados, o se requiere substituir en forma imprevista a uno de ellos por renuncia, incapacidad o vacaciones.
A pesar de que normalmente no lo perciben, los trabajadores también obtienen beneficios cuando son incorporados a un proceso de certificación. El tener que trabajar bajo estándares de calidad específicos les obliga a poner una mayor concentración y responsabilidad en sus tareas. Y así pasan, del hacer las cosas medianamente bien, a hacerlas bien y desde la primera vez. Sin darse cuenta, sus esquemas mentales evolucionan gradualmente.
Esta transformación mental que sufre el trabajador se ve reflejada también en su ámbito familiar, y en menor medida, en su ámbito social, produciéndose así un beneficio en cascada.
De esta forma, podemos concluir afirmando que la disciplina a que da lugar el trabajar bajo estándares de calidad tiene grandes beneficios para las personas, organizaciones y países, por lo que es muy importante que los gobiernos (federal, estatales y municipales), junto con los organismos empresariales, creen programas que faciliten la incorporación de cada vez más empresas a lo que podemos llamar “la cultura de la calidad”
