martes, abril 30, 2024
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La fiebre de las materias primas puede llegar a su fin

  • La primera década del siglo ha sido extremadamente dulce para los países iberoamericanos. Con contadas excepciones, todas las repúblicas del continente han aumentado de un modo sostenido su PIB y en muchas de ellas se ha reducido la tasa de pobreza y ha empezado a asomar la cabeza una incipiente clase media. El mejor ejemplo quizá sea el de Brasil, un país que se encuentra ahora en una encrucijada fundamental para su futuro y que sirve de termómetro a toda la región.

     La bonanza hispanoamericana se ha debido en gran parte al alza que las materias primas han experimentado en los últimos diez años. Es algo matemático. Hispanoamérica crece cuando la cotización internacional de estos productos primarios sube y entra en crisis cuando desciende. A excepción de 2009, año de resaca tras el batacazo bursátil del otoño de 2008, las principales materias primas se han revalorizado ejercicio tras ejercicio a tasas no vistas antes. Un incremento promedio del 20% anual durante varios años consecutivos ha producido este efecto riqueza en países que arrastraban grandes problemas económicos y abultadas deudas exteriores.
    Sudamérica ya no es la que era, pero, ¿por qué el mundo ha empezado a demandar de un modo tan repentino más y más materias primas? Dos son las razones. La primera la irrupción de China y la India en el mercado mundial. Los dos gigantes asiáticos se están desarrollando a paso firme y con gran rapidez. El desarrollo económico implica el consumo inmediato de grandes cantidades de materias primas, y no sólo las energéticas.

    El milagro de la soja argentina, por ejemplo, se debe en gran medida al hecho de que los chinos actuales comen mucha más carne que los de hace veinte años, exactamente cuatro veces más, de 15 a 60 kilos de carne por persona y año. Un 75% de toda la carne consumida en China proviene del cerdo. La producción ha alcanzado niveles tales que en 2012 en China se criaron más de la mitad de todos los cerdos del mundo. Buena parte de esa cabaña porcina se alimenta con soja importada, ya que la superficie cultivable en China es más escasa de lo que se piensa. Argentina, que cuenta con grandes extensiones de tierra fértil y adecuada para este tipo de leguminosa, es el gran suministrador chino. Eso se ha notado en la balanza de pagos del país austral y, en última instancia, ha generado una gran dependencia de este cultivo.

    La fiebre

    El caso de la soja es extensible a otros productos primarios en los que Hispanoamérica se ha especializado y es extremadamente competitiva. ¿Hasta cuándo va a durar la fiebre de las materias primas? Los expertos no se ponen de acuerdo. “En China no pueden construir dos veces la misma ciudad, ni levantar dos veces la misma autopista o el mismo macro puerto”, asegura con escepticismo Titos Babei, un inversor norteamericano especializado en países hispanos. El economista argentino Martín Krause es de la opinión contraria, cree que al boom de las materias primas aún le queda cuerda. En el mejor de los casos hablaríamos de una prórroga, pero lo que parece indiscutible es que difícilmente, una vez incorporada China al tren del primer mundo –cosa que hará en los próximos años–, las importaciones de materias primas se mantengan al nivel actual. China está capitalizándose velozmente, una vez haya concluido ese proceso no necesitará tanta energía ni tantos insumos primarios.

    Mucho dinero

    Pero el alza no sólo se ha debido a la sobre demanda de los mercados emergentes. La política monetaria de la Reserva Federal ha tenido mucho que ver con ella. Greenspan primero y Bernanke después llevan década y media creando dinero a mansalva mediante la alteración del tipo de interés y la compra de bonos del Tesoro norteamericano. El Banco Central Europeo ha hecho algo similar, ha expandido el crédito como nunca antes se había visto en Europa. El resultado es que la liquidez fluye a raudales por el mundo, y esa liquidez extra la están empleando los países del tercer mundo en consumir y capitalizarse. La inflación de activos, en este caso las materias primas, era inevitable, sobre todo cuando venían del mínimo histórico de los años 90. 

    ¿Puede seguir la FED creando dinero a esta velocidad y en esta cantidad? Obviamente no. La otra cara de la política inflacionista de la FED es un altísimo endeudamiento que está poniendo en jaque a su propio país. De ahí que los últimos movimientos de Bernanke sean tan confusos. Está ralentizando la cantidad de dinero creado y pretende dejar que el tipo de interés se ajuste al tipo natural que marque el mercado. Esto ha ocasionado dos efectos concatenados. Por un lado los tipos de interés que aplica la banca han empezado a ascender y los precios de las materias primas a caer.
    El mecanismo es simple, a tipos de interés más altos menos crédito y menos consumo, menos importaciones de economías como la china y, como resultado final, menor demanda de materias primas hispanoamericanas. La desconfianza sobre el desempeño futuro de la economía china ya se ha hecho sentir en el mercado. No es casual que, hace solo una semana, circulase por el mundo el rumor –por ahora infundado– de que las autoridades monetarias chinas pretendían respaldar el yuan con un atrón metálico.

    La bonanza hispanoamericana se ha debido en gran parte al alza que las materias primas han experimentado en los últimos diez años

    Respecto a Hispanoamérica el panorama es aún más desalentador. Un descenso sostenido en las importaciones de soja, petróleo, madera, café, fruta o bauxita traería consigo una crisis de imprevisibles consecuencias. Hay países como Chile que han aprovechado el boom, mientras que otros como Venezuela se han engolfado en el gasto político y el clientelismo.

    ¿Cuándo pinchará

    Lo que parece obvio y ya fuera de toda duda es que más pronto que tarde el mercado mundial atenuará su demanda de materias primas. La gran cuestión es saber a qué países les afectará con más dureza este fenómeno. Los más castigados serán aquellos cuya proporción de materias primas sobre el total de los bienes exportados sea mayor. A partir de aquí se puede empezar a clasificar. 
    Según el Banco Mundial el 100% de las exportaciones bolivianas y venezolanas son materias primas, básicamente petróleo y gas. Bolivia y Venezuela tienen, por lo tanto, un negro futuro por delante. Las de Ecuador y Nicaragua rondan el 90%. A partir de ahí empieza a bajar hasta llegar a México que, con menos de un 30% y una economía industrial muy diversificada, es el país menos dependiente de la exportación de productos primarios. Y es en este punto donde entra la política económica que cada una de las repúblicas ha ido aplicando a lo largo de la última década. Dos modelos opuestos, el Alba bolivariano de inspiración socialista frente al Nafta que suscribieron México, Estados Unidos y Canadá en 1994 y que bebe de la tradición librecambista anglosajona. El primero ha ocasionado debilidad extrema para sus promotores, el segundo fortaleza. El ciclo está a punto de cerrarse y de colocar a cada uno en su sitio. Entretanto, la región se prepara para un glorioso fin de fiesta en Brasil con motivo del fútbol y las Olimpia.

 

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