La acción del gobierno incluyó la remoción de la Policía Municipal y su sustitución por el Ejército mexicano temporalmente, mientras los policías municipales tomaban un curso de capacitación y pasaban algunos exámenes de confianza que los acreditaran para desempeñar mejor sus labores. El pasado 3 de diciembre los miembros de la policía local comenzaron a reintegrarse a sus puestos, pero no se sabe si con ello el Ejército saldrá de la ciudad o serán corresponsables de la seguridad local.
Los empresarios con inversiones en el puerto recibieron de forma positiva la decisión del gobierno, confiando en que las cosas podrían cambiar con la intervención de la Armada y el Ejército en la zona.
Pero desde el día en que dio inicio esta operación, se ha hablado en la radio y en otros medios de comunicación que el puerto era controlado por los Caballeros Templarios o La Familia Michoacana, grupos criminales que lo usaban para introducir al país enervantes y otros precursores químicos. Nada más falso.
Los problemas de inseguridad que se han acusado en el puerto, y de los cuales en este mismo espacio dimos cuenta desde agosto pasado, se dan afuera del puerto. Involucra sí a las empresas relacionadas con el comercio exterior, por ser las más visibles en su crecimiento económico en la zona.
En la operación del puerto, casi nada ha cambiado desde el pasado 4 de noviembre. Los procedimientos de las terminales portuarias y los operadores logísticos continúan realizándose de la misma forma, detallan los empresarios que usan el puerto. “Quizá existe un poco de mayor atención en las revisiones por parte del personal que tiene que hacer este trabajo, pero nada más”, comenta un usuario.
Afuera del recinto portuario, existe hoy un clima de mayor seguridad. Eso sí ha cambiado y era lo que se necesitaba. Las empresas que nos habían reportado desde junio pasado las amenazas que estaban sufriendo, dicen que éstas ya no se han presentado. “Nos han dejado de llamar para hacernos extorsiones” y “nuestro personal de puestos directivos se siente con más confianza desde que el Ejército se hizo presente en la ciudad”. “Las autoridades hoy están más cerca para escucharnos cuando tenemos alguna amenaza”, expresan.
Algunas compañías transportistas que ya habían abandonado Lázaro Cárdenas, sin embargo, aún no hacen planes de regresar. “La confianza es un tema que requiere de tiempo para recuperarse. Tuvimos un secuestro de nuestro director de operaciones hace un año y no tenemos pensado regresar hasta que no recuperemos la confianza de que el gobierno ha recuperado el control total”, dice el propietario de una de las empresas más importantes del centro del país, que debió pagar el rescate de un trabajador y abandonó la plaza antes de ceder a las pretensiones del grupo criminal de ser “socios”.
A la fecha, en todo el año no se han registrado decomisos de mercancías ilícitas que hayan intentado internarse al país a través del puerto de Lázaro Cárdenas. El puerto sigue como antes del 4 de noviembre operando de manera regular sin mayores contratiempos. Afuera, el clima de seguridad ha cambiado y empieza a regresar la confianza. El temor ahora es que el Ejército y la Armada dejen la zona pronto y el clima de inseguridad regrese.
