Los refugiados, Hiroshima y la economía marcan el G7

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Las cumbres del G7 —que reúnen a los líderes de Reino Unido, Canadá, Estados Unidos, Francia, Alemania, Italia, Japón y la Unión Europea—suponen una oportunidad para fijar las prioridades globales y buscar un acercamiento en temas clave.

En una reciente visita a Bruselas, el primer ministro nipón y anfitrión de esta cita, Shinzo Abe, dijo que el G7 debería “actuar al unísono” para defender sus valores comunes. Pero cada uno de los líderes se enfoca en sus propios intereses.

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Para Obama será su última cumbre del G7, pues dejará la Casa Blanca tras los comicios de noviembre. Muchos temen que de esa elección salga un nuevo presidente aislacionista, encarnado en el republicano Donald Trump.

El premier británico, David Cameron, llega a Japón pocas semanas antes del referendo el que su país decidirá sobre su futuro en la Unión Europea. Sus socios comunitarios aguardan con nerviosismo la votación del 23 de junio y es de esperar que en esta cumbre desde Obama hasta la canciller alemana, Angela Merkel, confronten a Cameron con los duras efectos que podría tener para Reino Unido la salida de la UE, también en temas económicos y financieros.

Otros países europeos quieren poner también el acento en retos como la migración y el terrorismo. Francia, que en 2015 sufrió graves atentados, quiere lograr importantes muestras de solidaridad en ese combate.

Merkel, a su vez, necesita una señal de esfuerzo conjunto en la crisis de los refugiados. La migración es “uno de los retos globales definitorios de nuestro siglo”, dijo el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, durante la visita de Abe. Japón solo aceptó en 2015 a 27 refugiados de 7 mil 500 solicitantes de asilo.

La UE confía a su vez en que el G7 impulse las conversaciones sobre tratados de libre comercio. El bloque europeo está atascado en duras negociaciones con EU y Japón, mientras que la opinión pública se inclina a rechazar los acuerdos, por miedo a que la liberalización del comercio exponga a las industrias nacionales a una fuerte competencia exterior.

A este aspecto ha contribuido la disputa internacional con China sobre sus exportaciones de acero. En medio de un exceso de oferta que está rebajando los precios y provocando despidos, se acusa a Pekín de intensificar el problema con subsidios al sector y exportaciones a precios injustificadamente bajos.

Pero es posible que gran parte de la atención mundial se fije en un acto que tendrá lugar cuando finalicen los encuentros: Obama se convertirá en el primer presidente de EU en activo que visita Hiroshima, una de las dos ciudades japonesas sobre las que Washington arrojó bombas nucleares durante la Segunda Guerra Mundial.

Quienes esperen una disculpa sufrirán una decepción, pues Obama camina sobre una delgada línea entre el respeto a las víctimas y las sensibilidades en su país, donde se considera que el ataque atómico fue necesario para poner fin a la guerra.