“La economía mexicana se caracteriza por una subcontratación internacional con poca intervención estatal; mientras que la brasileña destaca por una fuerte intervención estatal guiada por el mercado interno”, consigna el investigador del Colegio de México, Ilán Bizberg, en su estudio “Brasil y México: dos tipos de capitalismo”.
Para el investigador, la diferencia entre México y Brasil se clarifica al considerar las acciones que tomaron ambos países para enfrentar la crisis económica más reciente.
Ante tal hecho, el Estado brasileño incentivó el mercado interno con una inversión en infraestructura de 281,740 millones de dólares entre el 2010 y el 2011; a través del Programa para la Aceleración del Crecimiento, estableció un incremento de 12% en salarios mínimos e igualmente redujo y eliminó diversos impuestos.
En contraste, el gobierno mexicano comenzó un lapso de espera a la recuperación de Estados Unidos, realizó una inversión de 6,390 millones de dólares en infraestructura, destinó 11,680 millones de dólares para financiar la inversión privada, proclamó la reducción de 6,000 millones de dólares en gasto público (dado el declive de las finanzas públicas), impulsó el programa de trabajo temporal asignándole alrededor de 305 millones de dólares y aumentó el salario mínimo 4.6%, entre lo más destacado.
En el caso brasileño, su crecimiento económico ha tenido como sustento el aumento continuo y sincronizado entre productividad y salarios, mientras que México presenta una evolución más lenta de los salarios reales con respecto a la productividad, lo que sustenta un modelo de crecimiento basado en salarios bajos, que desincentiva la productividad, de acuerdo con el estudio “Los salarios en México”, elaborado por Miguel Santiago Reyes, director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana de Puebla.
La elevada productividad y el firme ritmo de crecimiento de la economía brasileña han llamado fuertemente la atención de los inversionistas extranjeros, que han hecho de Brasil el principal receptor de Inversión Extranjera Directa (IED) en Latinoamérica. En el 2011, el país sudamericano recibió un monto récord de 66,660 millones de dólares, muy superior a los 19,440 millones de dólares obtenidos por México.
En ese contexto, cabe destacar que el incremento de la inversión extranjera en Brasil no sólo ha sido motivado por el tamaño de aquella economía, sino también por las facilidades que tiene el capital extranjero para participar en su sector energético y para explotar sus recursos naturales, a diferencia de la economía mexicana.
En el futuro, la situación no se ve mejor para México, el Fondo Monetario Internacional estima que en el 2017 el Producto Interno Bruto (PIB) de la economía brasileña será de 3.3 billones de dólares, lo que la colocará como la quinta economía más grande del mundo, en tanto que la economía mexicana se ubicará en la posición 16 con 1.57 billones de dólares.