En la última semana funcionarios de dependencias económicas se han comunicado con la comisionada europea Cecilia Malmstrom en Bruselas para pedirle que no se apuren los tiempos de la modernización del Tratado de Libre Comercio entre Europa y México. Un dato a considerar si se toma en cuenta que Ildefonso Guajardo viaja a Bruselas el 18 de diciembre con la idea de cerrar las tratativas.
En Bruselas aseguran que hay fuerte cabildeo de distintos países para establecer normas de etiquetado en el acuerdo. El problema es que esta petición implica una violación directa a las normas mexicanas. Con más precisión a la NOM50 sobre el etiquetado de los bienes. Y es que conforme a las reglas de la OMC, cada país tiene el derecho de dar información a su consumidor, con etiquetas propias.
Esta demanda de Bruselas tiene varias implicaciones. En primer lugar, generar conflicto con otros países con los que se tenga acuerdo comercial (como los del TLCAN), porque podría interpretar esta decisión como un privilegio a esta región y por tanto, pedir el mismo trato. Y además surge el cuestionamiento de si la Unión Europea daría el mismo trato a México.
En Europa saben que Guajardo está apurado por cerrar el acuerdo en caso de que se termine el TLCAN. En los círculos económicos del viejo continente existe la idea de que México ha desaprovechado el acuerdo con EU y que no ha logrado reducir la pobreza ni tener una economía de gran crecimiento. Algo muy similar a lo que se cree en EU. Elementos que deben de considerarse antes de una negociación.
Los europeos se están poniendo estrictos con el contenido político y social de la modernización del acuerdo, cretamente lo referido a derechos laborales. Está muy instalada en Bruselas la idea de que el TLCAN está en riesgo por lo bajo de los salarios mexicanos. Esto da impulso a aquellos que piden incluir cláusulas especiales en el nuevo acuerdo en las que se deje constancia de que México respetará derechos laborales.
