Sin embargo, sostuvo que el mercado de las bebidas y alimentos industrializados quedó “distorsionado” como consecuencia del gravamen.
Al principio, la gente dejó de comprar dichos productos porque subieron de precio y la canasta de consumo se encareció 10 por ciento, pero a la larga el nuevo impuesto fomentó la informalidad en el sector al aparecer bebidas, dulces y botanas más baratas pero carentes de registros y controles oficiales, sin certeza sobre su calidad e higiene, que compitieron en los anaqueles de las tiendas con marcas reconocidas, explicó.
Así que en lugar de que el impuesto inhibiera el consumo de dichos productos, objetivo oficial del impuesto a refrescos y alimentos calóricos a los que se estigmatizó como causantes de la obesidad, propició que la venta e ingesta de los mismos se expandiera. El mercado creció con productos sin marca o fabricados de manera informal , señaló.
Eso, dijo, debe ser analizado por las autoridades para que se decida si se mantiene dicho impuesto que para ConMéxico ha resultado “regresivo” porque afectó a los más pobres. Es un gravamen, cuya “naturaleza, calado y alcance” lo hacen único en el planeta y coloca a México en la mira mundial pues de su éxito o fracaso depende si otros países lo implementan como medida contra la obesidad “pero debemos contar lo que realmente pasó”.
Fundada en 1996, ConMéxico aglutina a 43 empresas, de las cuales 34 son de la industria alimentaria y de bebidas alcohólicas y no alcóholicas, tales como Bimbo, Coca – Cola, Pepsico, Jumex o Barcel, y otras 9 fabrican productos para el cuidado personal y del hogar.
En 2016 continuará la mejoría
Con el desempeño “positivos logrado el año pasado por la industria alimentaria y que atribuyó a una serie de factores como la baja inflación, la reducción en las tarifas de los energéticos, la recuperación del consumo interno o el incremento del valor de las remesas por la devaluación del peso frente al dólar, Lorena Cerdán previó que la mejoría contrinuará este año porque los factores económicos se mantienen iguales, salvo, acotó, por la volatilidad en el tipo de cambio que puede encarecer la importación de insumos aunque dijo que “hasta ahora no se ha reflejado en los precios finales”.
De cualquier manera sostuvo que luego del “tropezón” de hace dos años, el mayor desde la crisis financiera de 2009, México sigue siendo atractivo para las inversiones de la industria alimentaria mundial por diversas razones que van desde contar con una población de casi 120 milones de personas, la cercanía con Estados Unidos, sus condiciones de competitividad pero también a que, a diferencia de los que ocurre en la mayoría de las naciones, a que aquí no se han gravado de manera generalizada alimentos y bebidas con impuesto al consumo, como el del valor agregado (IVA).
Sobre la restricción que han sufrido las empresas asociadas a ConMéxico para que sus productos se vendan en las escuelas o se anuncien en horarios infantiles de la televisión abierta, ha tenido muy poco impacto.
Las cooperativas escolares, destacó, son las que deciden qué alimentos y bebidas se venden en cada escuela y la manera en cómo las adquieren. Además, un 83 por ciento de los productos que consumen los niños son artesanales o hechos ahí mismo, como tortas, tacos, antojitos o aguas frescas, y sólo el 17 por ciento son productos procesados que la mayor parte de las veces no son adquiridos directamente por el canal de reparto de las grandes empresas, sino comprados por las cooperativas en centrales de abasto, mercados, bodegas o pequeños negocios, explicó.
