viernes, julio 26, 2024
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Tenemos que seguir a la Fed

El sólo anuncio de que la Reserva Federal norteamericana movería su tasa de interés provocó turbulencias financieras que ocasionaron la depreciación del peso mexicano y, cuando por fin la Fed movió su tasa de interés 0.25%, el Banco de México tuvo que hacer lo mismo para evitar que el peso se deprecie aún más.

En los últimos años, los bancos centrales de todo el mundo bajaron su tasa de interés, hasta cero, como en Estados Unidos, para que las economías se repusieran de la crisis financiera de 2008-2009.

Aun así, con tasas de interés en cero, las economías no han podido reaccionar.

La recuperación económica es incipiente en la zona Euro; en Latinoamérica, con excepción de México, que crece poco más de 2% anual, las principales economías, Brasil y Argentina, están en franca recesión y Estados Unidos crecerá apenas poco más de 2% que, en opinión de la Fed, es muy poco y nadie puede garantizar que se mantenga.

Por eso el movimiento en tasas propiciado por la Fed es tan tibio. Apenas 0.25% para ver qué pasa con la economía.

Si en el siguiente trimestre la economía estadunidense muestra que puede mantener ese 2% de crecimiento anual o que, incluso, puede crecer un poco más, la Reserva Federal de Estados Unidos volvería a subir la tasa; si, por el contrario, la reactivación se marchita, podría incluso suceder que la tasa volviera a bajar.

La realidad es que todo el mundo espera una mayor actividad económica que permita a la Fed seguir en el camino de subir la tasa de referencia.

En México sucede prácticamente lo mismo. El Banco de México no había subido la tasa de interés para ayudar a que la economía saliera de su raquítico crecimiento en los primeros tres años de este gobierno.

Y ahora se ha visto obligado a subir la tasa de 3 a 3.25% ante la decisión de la Fed y para evitar que el peso mexicano se deprecie más ante el dólar.

Pero esta decisión de subir la tasa de interés es posible que afecte el crecimiento económico, de poco más de 2%, que no es una maravilla.

La verdad es que para México este movimiento de tasas ha sido muy costoso. Primero, durante todo este año y medio ha aceptado la depreciación del peso mexicano ante el dólar; ha gastado reservas para evitar que la pérdida de valor se volviera pánico devaluatorio y ha tenido que apretar lo más posible su política fiscal para hacer frente a las turbulentas financieras provocadas por la decisión de la Fed.

Es decir, México ha tenido que actuar como si tuviera un gran dinamismo económico, cuando la verdad es que su economía necesitaba más oxígeno.

Hacia el futuro las cosas no pintan diferentes, lo más probable es que la Fed siga subiendo su tasa de interés con brincos de un cuarto de punto y México deberá hacer el mismo movimiento.

El único consuelo es que las exportaciones mexicanas se dinamicen y que ello aliente también al resto de la economía.

 

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Cortesía de Investing.com

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